Más que las perogrulladas en sus declaraciones, lo que de verdad preocupa es la facilidad con la que Kenji acapara los titulares de la prensa y la televisión nacional. Como en el ‘best seller’ de Jerzy Kosinski (“Desde el jardín”, 1970), este Mr. Chance peruano, que a sus 37 años sigue anclado en un jardín privado repleto de guerreros con alas de animes, se ha convertido hoy en el héroe de los medios, de los circuitos del poder y de buena parte del público antikeikista. El héroe que promete construir de una vez por todas los puentes que el país necesita para su futuro.
El asunto no dejaría de ser divertido si no fuera porque nuestro Mr. Chance repite alegremente las consignas de su padre y, lo que es peor, sus olvidos y silencios. “Esta es la hora de curar heridas, sin odios, sin venganzas, con manos abiertas”, declara grandilocuente y magnánimo en una columna publicada en este Diario. Si entre sus lecturas de novelas sobre reyes y emperadores se diera tiempo para leer algunos de los testimonios de testigos y familiares de Barrios Altos o La Cantuta, tal vez entendería que ese cuento “de odio” que a él le leyeron en su florido jardín es en realidad una de las poquísimas historias de necesaria justicia que el Perú tiene en su haber. Que si algo hay que defender contra viento y marea con el fin de conjurar esos odios y venganzas es precisamente esa historia en la que finalmente se hizo justicia y que hoy él y su padre insisten en olvidar.
Fue el mismo día en que las autoridades declararon que no habría posibilidad de contacto entre los dos ex mandatarios presos en el penal de la Diroes, tampoco entre sus visitas, que Kenji, acicateado tal vez por la misma curiosidad que a los 12 años lo llevó a ver de cerca al recién capturado Abimael Guzmán, y haciendo uso de los mismos privilegios que entonces como ahora le otorga su apellido, se asomó a la celda de Humala para meterle letra. Que el nuevo preso le diera pena es normal, lo que no es tan normal es que después se dedicara a proclamarlo a los cuatro vientos y que quedara además registrado en todos los medios como evidencia de su capacidad de compasión. La escenita del día siguiente con las dos bolsas de comida bien acomodadas a su costado, con las iniciales AF y OH en el ángulo preciso para las cámaras, lo dice todo.
Las telenovelas venden y sus asesores lo saben bien. En esta reciente telenovela el protagonista es un niño bueno y grandote que en el primer episodio le lleva ají de gallina y novelas de Ken Follet y Javier Moro a un adversario que ya fue. En el segundo, publicado en su tuit el día del proceso disciplinario, el niño, dotado ahora de la fuerza cósmica de los Caballeros del Zodíaco, se prepara para derribar con llaves de jiu-jitsu a quien es la verdadera, la temible villana, su hermana Keiko. En el tercero, también en su Twitter, después de la suspensión decretada por los viles mototaxistas, el nuevo caballero sale cabizbajo del escenario acompañado por un coro de fieles seguidores que claman emocionados por el regreso de su noble capitán. Para la nueva vuelta de tuerca prohibido perderse el siguiente episodio, a la misma hora y en el mismo canal.
Lo que algunos en la galería anticipan es que Kenji regresará ungido por el fantástico Pegaso de su jardín, armado ahora de la verdad que vence a todo el mal para derribar por fin a la villana del mototaxi, y suplantarla. Y que forjando nuevas y ocultas alianzas galácticas, pondrá manos a la obra de ingeniería que anuncia para la reconstrucción del país. Se anticipa también que el primer puente que tienda será hacia la Diroes. Lo que no se sabe es si esos puentes resistirán las embestidas de los próximos huaicos en esta época de acelerado cambio climático.