El pasado 18 de marzo se nos fue una leyenda de la música: Chuck Berry. Falleció a los 90 años dejando el rock and roll en manos de los mejores exponentes de este género: Jimmy Page, Eric Clapton, Jimi Hendrix, Keith Richards y muchos más. O diría en manos de todo aquel que empuñe una guitarra eléctrica para soltar un riff que inicie una enérgica canción.
Considerado un pionero del rock, Berry es aclamado como una de las mayores influencias en las bandas top de las últimas décadas. Los Beatles y los Rolling Stones grababan y tocaban sus canciones. Siempre tuvo presencia en los billboards con cada tema que sacaba. Roll Over Beethoven, Rock and Roll Music, Sweet Little Sixteen, Johnny B. Good, etc. son piedras angulares en la música popular. Sin un ícono como Chuck, rock and roll, rhythm and blues, swing y hasta parte del country no serían lo que son hoy. Su último concierto fue a los 87 años en Moscú, luego de siete décadas de no parar.
Chuck Berry empezó como muchos, tocando en shows de su escuela y en fiestas de amigos. Pareció que había ido por mal camino cuando en 1944, con solo 18 años, fue arrestado y sentenciado a 10 años de prisión tras haber sido sorprendido robando junto a dos amigos. Cumplió tres años tras las rejas y se reivindicó, para en 1953 unirse a la banda Sir John Trio, donde empezaría su ascenso.
Su talento fue tal que logró un protagonismo clave en la banda, la cual luego cambió de nombre a The Chuck Berry Combo. Los siguientes años solo fueron de subida. Desde ahí empezó a formar lo que hoy muchos musicólogos conocen como el Chuck and Roll. Nada volvería a ser igual luego de que este guitarrista de Misuri cogiese el oscuro blues y el cantinero rock and roll para transformarlos en música popular allá por la década de los 50. Ese crossover lo diferencia del gran B. B. King.
Sus canciones hacían bailar a todos. Invirtió parte de sus ganancias en un night club llamado Bandstand, reconocido por ser ajeno a las discriminaciones raciales, en tiempos en que muchos otros solo dejaban entrar a blancos o negros a un mismo establecimiento. Este problema racial fue la razón por la cual los afroamericanos no recibieron tanto crédito tras haber creado el blues. Y por eso Elvis es considerado el rey del rock en vez de Chuck.
Berry no solo impuso nuevos sonidos, sino que en el escenario brillaba con extraños movimientos que eran celebrados eufóricamente por el público. Incluso cuando tenía invitados de su misma escala, como John Lennon, se robaba el show. Lamentablemente se volvió un tipo arisco debido a sus problemas con la ley. Fue a la cárcel en 1960 por mantener una relación con una menor de edad. En 1979 fue a juicio por evasión de impuestos. En 1988 por voyeurismo y en 1990 por posesión de marihuana. Pero nada desmereció su legado como performer. Uno de sus movimientos más reconocidos es el famoso duck walk, imitado hoy por Angus Young, el guitarrista de AC/DC.
Fuera del escenario, Chuck es exponente básico para el rock and roll por sus composiciones, mezclas nuevas y sonidos contagiantes. Él se encargó, como dicen los expertos, de juntar todas las piezas esenciales para la formación correcta y precisa del rock.
Keith Richards, guitarrista de los Rolling Stones, siempre fue un gran admirador suyo. En 1982, en un concierto en el cual coincidieron, se quedó esperándolo en el camerino. En eso vio la guitarra de Chuck, su icónica Gibson ES-350, y decidió probarla tocando un par de acordes. De pronto apareció su dueño –difícil como siempre– y sin pensarlo dos veces golpeó a Keith en la cara, exclamando: “Nadie toca mi guitarra más que yo”. Curiosamente, luego del incidente Keith produjo su película homenaje Hail Hail Rock and Roll. Esto demuestra que Chuck siempre será admirado y nunca desaparecerá.Esta columna fue publicada el 25 de marzo del 2017 en la revista Somos.