Hamas (Movimiento de Resistencia Islámico) es una organización terrorista que se declara yihadista, líder de la “guerra santa” de imposición universal musulmana. Busca establecer una teocracia en el territorio comprendido por Israel, Cisjordania y Gaza, con capital en Jerusalén.
Ha convertido en títere a la autoridad palestina y gobierna por el terror; y utiliza a niños y mujeres como escudos humanos y asesinos –suicidas– desde la lógica de que inmolarse por Alá es acceder al paraíso.
Durante 12 años Hamas trabajó en una extensa red de túneles para atacar masivamente durante Rosh Hashaná (año nuevo judío en octubre) y capturar a gran cantidad de personas para usarlas como parapetos humanos, mientras lanzarían sus cohetes. Sin embargo, el bombardeo se adelantó porque Egipto cerró más de 1.500 túneles ubicados en su frontera.
Con financiamiento iraní, en vinculación con Siria y el nuevo grupo terrorista iraquí llamado Estado Islámico, desde emplazamientos ubicados en casas particulares, escuelas, mezquitas y hospitales, Hamas ya ha lanzado más de 3 mil misiles, en su enorme mayoría interceptados gracias a la “cúpula de acero” israelí. Y, para evitar los errores estratégicos cometidos en el 2008 y 2012, el Gobierno hebreo está obligado a dar un golpe decisivo a Hamas.
Quienes conocemos la zona (equivalente apenas a la provincia de Lima) sabemos que la horrenda dureza de las operaciones resulta inevitable; sin embargo, la desgarradora muerte de centenares de menores palestinos obedece a que Hamas tiene secuestrado a su pueblo en Gaza, expulsa y asesina masivamente a los cristianos palestinos, es responsable por la operación “niño muerto” porque usa a sus criaturas sin asco, y en su objetivo de desaparecer a Israel sigue una política de “limpieza étnica” contra todos los “infieles”. Pese a ello solo los ignorantes no entienden que Israel es hoy el bastión principal de defensa de la civilización occidental.
Ya desde el 2005 esta guerra no es territorial, sino un choque de civilizaciones. Para el fundamentalismo ninguna tregua es válida y su hábil propaganda mundial intenta poner la autodefensa israelí como un crimen de lesa humanidad. Esa manipulación ha detonado la ola antisemita que recorre especialmente Europa bajo mirada complaciente de algunas autoridades.
En el Perú esa misma postura ignorante e insoslayablemente antijudía se esconde tras razones humanitarias; el más sucio antisemitismo se camufla bajo el supuesto antisionismo, aunque casi nadie tiene la menor idea del sano aporte histórico de dicha ideología a la humanidad. El gobierno humalista ha llamado a nuestro ex embajador (quien mucho antes ya había sido removido rutinariamente) “en consulta”, pero hasta hoy no condena con dureza a Hamas como tampoco condena la matanza de estudiantes en Venezuela, el secuestro masivo de niñas por musulmanes en Nigeria, el asesinato de 10 mil personas en Siria, la matanza de miles de cristianos en Iraq y los ‘pogrom’ en Ucrania. Por tanto, practica una política cínica y reprobable.
La guerra es un infierno y la muerte de niños debe parar de inmediato, pero la única salida posible es destruir a Hamas. Por eso, tengamos el valor de decir la verdad, no seamos cómplices y expliquemos cómo el fundamentalismo islámico es peor que el nazismo hitleriano.