Pedro Castillo cometió un golpe de Estado. Lo hizo ante todo el país, desde Palacio de Gobierno y vistiendo la banda presidencial.
Sus seguidores tratan de explicarse la irracionalidad del acto. Han pedido pruebas toxicológicas para ver si alguien había drogado al expresidente.
Algunos de sus defensores acusan a la derecha golpista. “No te dejan tener el presidente que tú elegiste” es, más o menos, el retorcido argumento.
El que dio el golpe fue Castillo. Ninguna contorsión retórica podrá cambiar los hechos.
Castillo decidió “establecer un gobierno de excepción”. Hemos decidido, dijo, “disolver temporalmente el Congreso de la República e instaurar un gobierno de emergencia excepcional”.
Anunció que convocaría a un nuevo Congreso “con facultades constituyentes para elaborar una nueva Constitución”. A partir de la fecha, prosiguió, gobernaría por “decretos ley”.
La derecha golpista, como la llaman los castillistas, ha cometido muchas trapacerías. En ella también hay aliados del expresidente. Sin embargo, la verdad es una: Pedro Castillo perpetró un golpe de Estado.
Durante su mandato, un presidente puede ser acusado de muy pocas cosas. Solo cuatro: traición a la patria, impedir las elecciones, disolver o impedir el funcionamiento del Congreso, del Jurado Nacional de Elecciones y otros organismos del sistema electoral.
Castillo le entregó a la representación un caso clarísimo por el que puede y debe ser acusado: “disolver el Congreso”.
Castillo recurrió a la misma palabra que usó Alberto Fujimori en el golpe de 1992. Es la misma palabra prohibida en la Constitución de 1993: “di-sol-ver”.
El exmandatario quería evitar las investigaciones sobre muchos delitos que se le atribuyen. Quiso, por eso, cerrar el Congreso, intervenir el Poder Judicial, el Ministerio Público, la Junta Nacional de Justicia y el Tribunal Constitucional.
Un nuevo Congreso “con facultades constituyentes” es inconstitucional. ¿Qué poder creía tener Castillo sobre la ley y la Constitución?
Quienes ahora piden esa constituyente, ¿qué poder creen tener por encima de las leyes y la Constitución? ¿El mismo que Castillo?
El expresidente infractor quiso establecer una constituyente. Ahora está en detención preliminar. ¿Eso hace válida, ahora, su voluntad de cambiar la Constitución por fuera de ella misma?
Es todo lo contrario. La Constitución ha sobrevivido a la intentona golpista. Los autores deben responder ante la justicia. Debe saberse: el que atenta contras las leyes y la Constitución termina en la cárcel.
Pedro Castillo tiene que responder por los muchos delitos imputados. Son delitos de corrupción. No podemos dejar que se ampare en ninguna salida inconstitucional.
Tampoco debemos olvidar a los que quisieron crear una vía legal para el asalto contra la Constitución.
El camino fue una cuestión de confianza sobre un tema que no era sobre asuntos de política de gobierno. La Mesa Directiva del Congreso, en consecuencia, rechazó de plano la solicitud.
El Consejo de Ministros anterior, en pleno, quiso interpretar ese “rechazo de plano” de la Mesa Directiva como si fuera una denegatoria de la confianza del pleno. El objetivo era, claramente, tener la posibilidad de cerrar el Congreso.
No lo lograron por esa vía. Fue entonces que Castillo, habrá que ver con quiénes, se decidió por la más flagrante y abierta infracción constitucional. Pretendió, por su sola voluntad, “disolver” el Congreso de la República e intervenir en los otros poderes del Estado.