Detrás del embate contra la Sunedu hay algo más profundo que los intereses de ricachones con universidades sin acreditar. Hay una suerte de polarización entre universidades limeñas y de algunas ciudades importantes (Arequipa, Trujillo, Cusco), formales y exigentes, contra universidades más asequibles e informales. Universidades selectivas contra universidades para todos.
La pandemia ha enervado la polaridad a favor de la contrarreforma: qué va a caerles simpática a la población juvenil y a sus padres empobrecidos una Sunedu que apoya la vuelta presencial a clases que se encarecerán por la inflación. El calvario personal de la educación siempre será honrado en la sociedad y el mercado. Pero que sea aplaudido y festejado... tampoco pidan tanto.
Ante este pizarrón oscuro, sorprende que, en setiembre del 2019, una encuesta de Ipsos para El Comercio preguntó por la Sunedu y un 52% dijo conocerla. De ese porcentaje, un 67% confiaba en ella. Ahora bien, cuando se le preguntó a la gente si estaba de acuerdo con las investigaciones en su contra promovidas por el Congreso, un 48% estaba a favor y un 47% en contra. Que no extrañe eso, pues en el Perú prima el ánimo de la sospecha. Lo importante es que la reforma, con todos los costos que tiene en el corto plazo, llegó a ser popular porque se piensa que el cartón valdrá más en el largo plazo.
No tengo una encuesta reciente para comparar, pero apuesto a que esas cifras han variado a favor de la contrarreforma. El miedo a invertir en un extenuante esfuerzo por seguir una carrera que mal nos pagará se extiende y la población siente que la Sunedu es apenas un ente que acredita calidad de enseñanza y ha mejorado ese indicador (hay más profesores a tiempo completo, más investigaciones, etc.), pero que no ayuda a acabar la carrera ni protege contra abusos en el servicio y en el cobro –digno de llamarse robo– de tarifas para obtener certificados, grados y títulos.
Tengo una sugerencia a la Sunedu para que se arme contra sus enemigos congresales y el cómplice ministro de Educación, Carlos Gallardo, que el domingo pasado emitió un comunicado apoyando veladamente los dictámenes contrarreformistas y desatendió a dos de sus instancias: la Dirección General de Educación Superior Universitaria (Digesu) y la Oficina de Asesoría Jurídica, que habían emitido informes en sentido contrario.
¿Cuál es? Si la Sunedu quiere hacer su causa popular, debiera, en sus argumentos y en su propio ánimo de reforma interna, involucrar no solo la calidad de la educación, sino el servicio. No solo interesa que los chicos sean bien formados, sino que no abusen de su condición de consumidores de un servicio.