Hace bastantes lustros veraneaba en La Herradura. Allí un altoparlante muy potente anunciaba en tono cantarín “Venga, venga, al sabor de Inka Kola, que da la hora en todo el Perú”. Por esos tiempos no existían los celulares y esos avisos eran necesarios y esperados. Hoy por hoy, los relojes son casi una especie en extinción, salvo para los muy mayores y los que los ostentan como símbolo de riqueza.
La primera imagen conocida de la muñeca izquierda de la presidenta luciendo su pasión por el oro y los diamantes corresponde a un evento sobre el cierre de brechas sociales. La banderola del evento incluía la foto de una campesina pobre y anciana, beneficiaria de Pensión 65. Brutal contraste entre los S/250 que recibe mensualmente esa señora con los más de US$19.000 que cuesta ese Rolex.
Preguntada al respecto, la presidenta dijo: “Es un asunto de antaño, trabajo desde los 18 años y lo que tengo es fruto de mi esfuerzo y de mi trabajo”. Cada quien escoge cómo gasta sus chibilines y bastaba con incluirlo en las obligatorias declaraciones juradas como ministra y como presidenta, donde el formulario es explícito en que se debe declarar la joya si esta supera el valor de dos UIT: S/10.300.
La mentira tuvo patas cortas. Ese modelo de Rolex es recién del 2023, porque recién a partir de ese año los diamantes están insertados en los números romanos del reloj.
Dina calló en siete idiomas y encargó a su presidente del Consejo de Ministros que desactivara la bomba.
Adrianzén, confirmando que es de mecha corta, se mostró furioso por la insistencia de los medios: “Declaramos los lapiceros, las medallitas de bautizo, las alianzas matrimoniales, ¿a dónde vamos a llegar?”. La respuesta es sencilla, señor ministro: hasta donde las normas vigentes lo establezcan. Y si su lapicero le costó más de S/10.300, apúrese en declararlo.
Criticó, también, a la fiscalía por “la insólita celeridad con la que se ha decidido el inicio de estas indagaciones preliminares”. “¿Ustedes tienen otros casos en los que se haya activado tan rápido el organismo?”, cuestionó. Sí, claro, desde el gobierno de Pedro Castillo la fiscalía, pese a los problemas que arrastra, se ha vuelto más célere en la investigación de la posible corrupción en lo alto del poder y ello debiera ser visto por usted como una buena noticia y no como una afrenta.
La ministra Hania Pérez de Cuéllar ha insinuado que ha sido una filtración del ex jefe del Gabinete, Alberto Otárola. “¿Por qué no lo sacaron hace seis meses, por qué lo anunciaron hoy?”. Pregunto: ¿Importa quién es el datero? Sin el Rolex, no había nada que filtrar.
Más allá de las investigaciones fiscales por enriquecimiento ilícito que tomarán su tiempo, lo ocurrido hace un daño inmediato adicional a la figura presidencial.
Y vaya que ya venía bien magullada y no solo por ella.
Pedro Castillo, compañero de fórmula de Boluarte, engañó a los más necesitados haciéndoles creer que su condición de campesino era garantía del “no más pobres en un país rico”. Desde el primer día robaron él, su familia y sus amigotes.
Martín Vizcarra es otro símbolo de la mentira y la falta de empatía presidencial. Se vacunó a escondidas contra el COVID-19 cuando nadie más lo podía hacer y, tiempo después, anunció que dejaba contratos para que llegaran vacunas para todos cuando no había ninguno.
A una presidencia abrumadoramente desaprobada y desprestigiada por tantos temas, incluido el Rolex, hay que sumar las barbaridades que una semana sí y la otra también se hacen en el Congreso. Ello liderado por la enorme “bancada transversal” a los partidos; a saber, la de los investigados por corrupción, que se dedican a garantizar su impunidad a cualquier precio.
Tanto abuso, frivolidad e indiferencia frente a los problemas de la gente pueden convertir el 2026 en un momento de repuesta rabiosa de los electores ante tantas afrentas, una que, a modo de vómito negro, facilitaría la emergencia de algún tirano que no disimule su salvajismo.