En medio de los fastos por los 180 años de vida de este Diario, decano de la prensa nacional, es oportuno resaltar la figura de Luis Carranza Ayarza, quien fuera codirector y copropietario del periódico durante casi un cuarto de siglo, entre 1875-1898. En dicha época el Diario fue codirigido por Carranza y José Antonio Miró Quesada, siguiendo la sucesión que el fundador del periódico, Manuel Amunátegui, dispuso cuando sintió el peso de los años.
En varias coyunturas, Carranza hubo, incluso, de dirigir solo el periódico, debido a las comisiones que el gobierno encargó a Miró Quesada fuera del país, como la que entre 1886 y 1889 lo tuvieron ocupado en Europa, y entre 1890-1891 en Santiago de Chile. Fueron años decisivos en la política peruana, ya que el país emergía del desastre de la guerra del salitre y debían encararse reformas profundas para sacar a la economía y al sistema político del marasmo y la crisis de legitimidad en la que se habían sumergido durante los años de la ocupación chilena y la guerra civil que la sucedió.
En vigorosos editoriales escritos o inspirados por Luis Carranza, El Comercio impulsó en esos años la reforma de la descentralización fiscal, el más ambicioso impulso descentralizador que ha tenido el Perú en su historia republicana, la abolición del devaluado billete fiscal y su sustitución por el sol de plata, y la firma del contrato Grace, destinado a resolver el agobio de una deuda externa desproporcionada, que pesaba sobre nuestra economía como una piedra en el cuello de un náufrago. Fueron también los años en que el Diario cumplió sus primeras bodas de oro, primer hito importante en lo que habría de ser su larga historia.
Carranza había llegado a la dirección del periódico por vía familiar. Nació en Ayacucho en 1843, como hijo de un coronel que falleció doce años después en una de nuestras guerras civiles. La viuda del coronel, Manuela Ayarza, envió a su hijo Luis al hogar de su hermana Dominga, en Lima. Ella estaba casada con Manuel Amunátegui, con quien no había tenido hijos, por lo que en la práctica el sobrino se convirtió en un hijo adoptivo. Tras terminar la secundaria en el colegio Guadalupe, don Luis siguió los estudios de Medicina en la Facultad de San Fernando, obteniendo la licenciatura de médico cirujano en 1868.
Desde sus años de estudiante tuvo una vida política activa, lo que en esos años implicaba tanto disertar desde una curul en el Congreso, cuanto batirse en un campo de batalla. Carranza fue diputado por Huamanga y Andahuaylas, provincias donde ejerció su labor de médico combatiendo el tifus, y en la Guerra con Chile peleó al lado de Andrés Cáceres en la campaña de la Breña, actuando como su ministro de Guerra. Con la guerra del salitre en ciernes, presentó en el Congreso una imaginativa propuesta para que las salitreras fueran entregadas en concesión a los acreedores de la deuda externa, que, de haberse aplicado, pudo haber dado otro curso al conflicto.
Su talento y curiosidad lo empujaron también a la investigación científica y geográfica. En 1888 fundó la Sociedad Geográfica de Lima y publicó estudios, en el campo de la antropología física y cultural, acerca de grupos étnicos de la sierra central, como los chancas y los pocras. Varios de sus artículos aparecieron en El Comercio de las décadas de 1880 y 1890. Pero sus libros “Apuntes de un viajero”, de 1887, “Informe sobre los límites del Perú y Bolivia”, “Biografía de Domingo Ayarza” (un héroe de la independencia) y “Colección de artículos” (1892) son hoy, lamentablemente, inhallables en las bibliotecas peruanas, comenzando por la Biblioteca Nacional.
Comenta don Aurelio Miró Quesada, en su libro dedicado a la biografía de su abuelo José Antonio, que en 1876 la sociedad “Carranza, Miró-Quesada y Compañía” que se formó mediante escritura notarial para publicar el periódico, dispuso en una de sus cláusulas que quien de los socios muriese primero, dejaría al socio sobreviviente la prelación para comprar la parte del que había muerto, sin que los herederos de este tuviesen más derecho que recibir el dinero de la compra. Carranza era solo un año mayor que Miró Quesada, de modo que, en cierta forma, quedó librado al azar quién quedaría como único dueño del Diario. Quiso aquel que el primero en morir fuese don Luis, de un ataque cardíaco a la edad de 54 años, en 1898. La primera fotografía que El Comercio publicó fue la de su retrato, en la edición del 29 de julio de dicho año, el día siguiente al de su muerte.
Una prueba de que su estirpe llevaba el periodismo en la sangre, la dio el hecho de que un hijo de Carranza Ayarza, Luis Carranza Valdez (1877-1929), fundó en Piura en 1916 el periódico “El Tiempo”, que hasta hoy, ya en manos de otra familia, permanece como uno de los principales diarios de la región del norte.