En un libro ya clásico sobre transiciones a la democracia los politólogos Guillermo O’Donnell y Philip Schmitter usaron la figura de “un ajedrez en múltiples tableros” para describir el complejo juego en que se enfrascan las fuerzas democráticas y autoritarias en un momento de cambio de régimen político. La figura me vino a la cabeza al ver el efecto de las encuestas del fin de semana, sondeos que traen cambios muy pequeños pero que ya anuncian movimientos en varios frentes del juego electoral.
No sorprende que movimientos relativamente pequeños en las encuestas impacten la campaña si no hay fidelidades fuertes y abundan los indecisos. Sacar la cabeza del “otros” y alcanzar un 5% o 6% ha sido clave en nuestras elecciones recientes para que candidatos y candidatas atraigan la atención del público. A veces marca el inicio del crecimiento y otras no alcanza para mucho.
Pero ese pequeño salto es todavía más significativo ahora, pues la distancia entre el primero en carrera y el décimo es apenas de unos diez puntos: hay muchos jugadores todavía vivos. No hay que exagerar las pequeñas subidas y caídas observadas dentro del margen de error, básicamente una historia de varios segundos y un puntero silencioso. Pero sí hay dos cambios que abren varios de esos juegos en tableros simultáneos de los que hablaba.
El primero es el pequeño salto de Yohny Lescano. Dos sondeos confirmaron el rumor de días previos sobre su crecimiento en el sur (IEP lo coloca primero en esa región). Lescano abre distintos juegos pues ofrece un combo distinto al de los ya posicionados: plantea propuestas vinculadas a la izquierda en lo económico, pero también posiciones conservadoras en temas morales. Un discurso que, a mi juicio, recoge lo peor de varios populismos, pero cuyo atractivo lamentablemente no minimizaría.
Ese combo lo hace disputar preferencias actuales y potenciales de distintos candidatos, especialmente el espacio de Mendoza en el sur donde parecía que correría sola. Estos rivales amenazados tienen armas para responder a Lescano: el desprestigio de Acción Popular y su orfandad de equipo. Probablemente estos ataques cruzados marquen estas semanas hasta determinar si se trata de un hipo o algo más significativo.
Este cambio también moverá el tablero con los que, como Keiko Fujimori, han centrado su campaña en defender al sistema económico. Fujimori de inmediato aprovechó el ruido del crecimiento de Lescano (y la estabilidad de Mendoza) para presentarse como la única con posibilidades de defender el modelo. Busca así recuperar parte de su voto duro y limitar el crecimiento de competidores en el lado derecho. Curiosamente el discurso conservador de Lescano puede ser atractivo para una parte del voto fujimorista del 2016, lejos hoy de ese partido.
El segundo dato es la caída de Julio Guzmán. Comparando la encuesta IEP de diciembre con la actual se ve que la caída ha sido fuerte en regiones. En este caso, la bajada puede ser mortal si lo lleva más cerca al otros. Sin novedad que ofrecer, será difícil rebotar.
Es obvio que hay un espacio al centro. Pero sin un discurso claro, esas propuestas se fragmentan, carecen de atractivo. Esos campeones de segunda vuelta, que le ganarían a cualquiera que se ubique hacia los extremos, pueden nunca llegar a ella por culpa suya o de votantes que no coordinan. La caída de Guzmán incrementará la pelea por ocupar ese espacio, le caerán golpes de todos lados. El reto de los morados es llegar a la próxima encuesta todavía entre los viables.
Y claro, hay también un tablero parlamentario que mirar. El ataque al gobierno desde el Congreso buscará dañar al Partido Morado. Los partidos en campaña se golpearán entre sí. Pero también veremos una situación paradójica. Lescano sabe que necesita chancar a Merino y sus amigos para distanciarse. Será clave ver si ese sector aguantará en silencio ante la posibilidad de un candidato viable de su partido, o si en algún momento responderá. En un par de semanas veremos cómo este primer movimiento cambió el juego.