Habría que ser un opositor obcecado para no reconocer que el inicio de la reforma del transporte es el principal aporte de la gestión de Susana Villarán a la ciudad. A diferencia de sus antecesores, que por cálculo electorero prefirieron mirar de costado o aplicar soluciones epidérmicas, la alcaldesa enfrentó el infernal reino de combis y cústeres a costa, incluso, de su capital político.
¿Ha habido errores? Sí, y no han sido pocos. La puesta en marcha del corredor vial Tacna-Garcilaso-Arequipa, programada para este sábado, se ha venido implementando con frenazos y algunos golpes de timón, apurados por las críticas, y sin una adecuada comunicación con los usuarios.
Más que implementar una vía exclusiva para buses más grandes y modernos, lo que empieza este 26 es un cambio cultural. Esto significa quebrar costumbres muy arraigadas, como utilizar cualquier esquina como paradero o acabar con el imperio de la ‘china’, que alivia bolsillos a cambio de traslados cortos, dándole legitimidad a un pésimo servicio.
Los pasajeros no conocen qué sucederá este fin de semana. La señalética recién se está instalando y la labor de los orientadores municipales, al momento de escribir estas líneas, es insuficiente.
El costo del pasaje parece razonable –S/.1,50, al margen de la distancia que se recorra–, pero implica un cambio dramático en los presupuestos de muchos pasajeros.
¿Por qué no se ha comunicado adecuadamente las bondades del servicio? Con los nuevos buses azules ya no habrá paradas eternas en las esquinas, el traslado será más cómodo y seguro, en unidades limpias, modernas y menos contaminantes.
Y, aunque suene menos importante, se pondrá fin al ‘soundtrack’ de vulgaridades y sandeces que choferes y cobradores suelen regalar a los viajeros todos los días.
Ha habido dejadez y cierta improvisación en la municipalidad, aunque la alcaldesa y sus adláteres intenten negarlo y aprovechen la ocasión para victimizarse por enésima vez.
Esto, además, le ha restado fuelle frente al principal obstáculo que afronta la reforma: su politización. Villarán también hace su juego –por algo va a la reelección–, pero el más peligroso es el de sus adversarios. Al Callao nunca le ha interesado trabajar de la mano de Lima, pese a su continuidad territorial. Por ello el descaro de empresas como Orión, que a pesar de su infinidad de infracciones, se sienten empoderadas para organizar un paro hoy a fin de seguir utilizando la ruta con autorizaciones del Callao. Un detalle puede explicar la actitud chalaca: su alcalde va a la reelección y su partido, Vamos Perú, también presenta candidato a la Alcaldía de Lima.
A falta de una autoridad única que maneje el transporte en Lima y el Callao,ambas ciudades están a expensas de los intereses políticos de turno. La falta de interés del Gobierno por impulsar un ente de este tipo ha sido funesta y atentatoria contra los intereses de los ciudadanos de a pie.
Crucemos los dedos para que la reforma no muera antes de nacer.