El manejo por el gobierno de la crisis social en torno a la agricultura de exportación ha sido errático.
Concentrémonos en lo ocurrido solamente en la última etapa, en la que el Congreso –quizás por primera vez desde su instalación– hizo esfuerzos serios por lograr una posición equilibrada. Una que, como dijo el ministro de Economía, no iba a satisfacer a ninguna de las dos partes.
Los empresarios han dicho que irán al Tribunal Constitucional y los trabajadores en Chao-Virú reiniciaron protestas y bloqueos de carreteras. En ese contexto mueren tres personas más, dos por balas disparadas por la policía y uno que, atrapado en un bloqueo, no pudo llegar al hospital a tiempo a atenderse por una enfermedad. En la semana previa había muerto toda una familia cuando, tratando de esquivar los bloqueos, cayeron a un canal en Chavimochic y otro protestante había caído muerto por balas de la policía.
Una perdida inaceptable de vidas humanas con múltiples responsables y que debe terminar. Creo, sin embargo, que la estrategia del gobierno no garantiza que estemos camino a ello.
Habiendo promulgado la norma no bien se aprobó, tocaba gobernar. En este caso, eso significa apelar a la pedagogía y a la firmeza. Pedagogía para explicarle a los trabajadores la importancia de las mejoras obtenidas y que, a futuro, vía negociación con los empleadores y consiguiendo mayor productividad, estas podrán seguir creciendo; lamentablemente el paraíso no está en la otra esquina. Y firmeza para saber decir “hasta aquí nomás” y si la respuesta es violencia, pues a ejercer la autoridad. Eso ya lo hicieron en Ica durante algunos días con relativo éxito y sin causar víctimas, pese a la extrema violencia y vandalismo al que se enfrentó.
Sin embargo, abrumados por la acción policial que causó la muerte de dos manifestantes –en lo que parece ser una clara violación del uso progresivo y proporcional de la fuerza, que la vuelve legítima y legal– el gobierno concluye que ya no era válido lo aprobado con tanta dificultad en la ley promulgada.
Como si la trágica muerte de estas personas (que no dudo debe ser sancionada penalmente, si se confirma lo que todo parece indicar habría ocurrido) le diera más validez a los reclamos laborales de quienes bloqueaban la carretera.
Esa parece ser la causa de invitar a que las partes participen de la reglamentación de la norma. Un sinsentido. Reglamentar no es modificar. Es establecer procedimientos específicos para que la ley se cumpla, tal cual la aprobaron los legisladores.
Las partes a las que se alude quieren cosas opuestas y buscan alejarse del “punto medio” que al gobierno le pareció antes razonable. Ergo, lo único que se está consiguiendo es abrir las puertas a demandas cada vez más ambiciosas e inalcanzables. Y en el lado del empresariado, especialmente el más grande y que en principio cumple las leyes y paga mejor, se acrecentarán las dudas de si las nuevas inversiones tienen sentido en un país que se torna ingobernable.
No hay sector alguno de trabajadores con sueldo mínimo en el resto de las actividades económicas que pueda aspirar de un porrazo a ganar 30% más. Para todos ellos no es más que un sueño de una noche de verano. Para los trabajadores agrarios es una migaja que no satisface sus expectativas.
Gran parte de la culpa de que esto sea así, yace en los propios empresarios agroexportadores, al menos en aquellos que, violando la ley, usaron services que explotaban groseramente a los temporeros. También en la Sunafil, que hizo como que supervisaba y en la práctica no lo hacía o en los propios supervisores cuando se corrompían. Lo que hacen hoy los trabajadores es maximizar el uso y abuso de una situación de poder, pensando en su exclusivo beneficio inmediato, sacrificando el mediano y largo plazo. Es decir, calco y copia de lo que hicieron en su momento esos malos empresarios.
Pero eso es llorar sobre la leche derramada. Estamos en un momento posterior y las demandas adicionales de mayores beneficios ocasionarían, de acuerdo al propio ministro de Economía, la quiebra de muchas empresas.
En ese contexto son perjudiciales las declaraciones de la primera ministra señalando que como la ley no satisfizo todas las expectativas, lo que corresponde ahora es reglamentarla; concluyendo que “las cosas que son imperfectas, deben perfeccionarse”. Pregunto: ¿cómo se llega a la perfección y cómo se satisfacen todas las expectativas?
Peor aún, la ministra de Comercio Exterior ha dicho “la ley es perfectible. Se promulgó para no generar un vacío legal que afecte más, pues se cerraba la legislatura”. Es decir, una ministra del gobierno que promulgó la ley, pide una nueva ley al Congreso.
El gobierno se está enredando cada día más. Gobernar incluye el diálogo, pero también fijar rumbo y saber mantenerlo.