Millones de peruanos deben estar espantados con el espectáculo que viene dando el gobierno. Esta interminable comedia no les hace ninguna gracia a los miles de trabajadores que mes a mes se quedan sin trabajo, ni tampoco a los pequeños empresarios que ven cómo caen sus ventas día a día.
Desde el inicio de este gobierno, alerté sobre tres temas de políticas públicas fundamentales. El primero fue sobre la necesidad de avanzar en cerrar la brecha de infraestructura. Esto implicaba tareas y acciones del gobierno y sus ministros, empezando por ponerse metas muy concretas. El segundo fue el de programas sociales, en continuar y mejorar lo avanzado en educación, salud y presupuesto por resultados, en especial en el Programa Articulado Nutricional, intentando avanzar en cobertura de vacunas. El tercero fue sobre inversión privada, en continuar promoviendo y facilitando la inversión privada, de toda fuente y en todos los sectores; para lo cual se tenía que trabajar en mantener la confianza, en mejorar la regulación y en agilizar las aprobaciones y permisos.
Lamentablemente, se tomaron mis sugerencias como críticas políticas y la parte técnica sustantiva se respondió con adjetivos políticos. Los resultados son escalofriantes. En medio de una fuerte desaceleración de la economía, la inversión pública y la privada cayeron el año pasado -3,6% y -1,6%, y este año al primer trimestre vienen cayendo -26,5% y -3,9%, respectivamente. ¿Quién se hace responsable de esto? Resulta que el responsable es la situación internacional y ahora la falta de patriotismo de nuestros inversionistas. En esta lógica de buscar excusas, las trabas, la sobrerregulación, la demora infinita en entregar permisos, la falta de gestión para ejecutar, la incapacidad del gobierno para imponer la ley y el derecho de propiedad no tienen nada que ver.
La reducción de la pobreza y de la desnutrición infantil perdieron dinamismo y la anemia se incrementó en más de cinco puntos porcentuales, pese al aumento significativo en presupuesto. ¿Quién es el responsable de esto? ¿Qué excusas nos dan? Para ver lo tragicómico del asunto, miremos el sector Educación. Al inicio del gobierno, casi cierran el Colegio Mayor por ser elitista y no inclusivo. Ahora han lanzado los colegios de alto rendimiento (COAR), réplica del Colegio Mayor, lo cual está muy bien. ¿Cuántos estarán funcionando para julio del 2016? Y en esa misma línea, ¿cuántos colegios emblemáticos adicionales se han inaugurado a la fecha? ¿O cuántos hospitales?
Entramos al último año y la situación puede ponerse peor. Les pongo un ejemplo de lo absurdo que resulta la política de espaldas a la realidad. Las exportaciones textiles cayeron -6,6% en el 2014 y vienen cayendo -23,3% en lo que va del año. Así, de exportar 2.177 millones de dólares en el 2012, en el 2014 solo exportamos 1.800 millones de dólares. La participación de las exportaciones peruanas dentro de las exportaciones mundiales relativo al tamaño del PBI peruano respecto al PBI mundial era superior a dos hace siete años, hoy estamos cerca de uno. Esto en un mercado muy competitivo que sigue creciendo en volumen y con cambios estructurales en patrones de consumo donde el mercado multifibra viene creciendo a dos dígitos y donde no estamos presentes. ¿Cuál ha sido la respuesta del gobierno? Ninguna. Hace dos años anunciaron un plan de diversificación y hace poco se promulgó un reglamento para incentivos tributarios. ¿Esta política ayuda en algo a este sector que es emblemático de las exportaciones de manufactura? No. Las empresas peruanas están cerrando, o se están informalizando o están viendo de irse a Centroamérica. ¿Acaso el gobierno ha trabajado un plan de desarrollo del sector? No. Simplemente se les bajó el drawback y se anunció que seguirá bajando.
La situación del sector es dramática y, si no se hace nada, tendremos 400 mil puestos laborales formales en riesgo. Esto requiere en el corto plazo un aumento temporal del drawback y un plan de largo plazo para afinar una estrategia con el sector, donde el drawback debería ir reduciéndose gradualmente de la mano de mejoras de la competitividad del país. Si a los funcionarios “ortodoxos” les preocupa el subsidio, les propongo armar un fideicomiso con los 3.500 millones de dólares que cuesta la refinería de Talara y con los intereses financiar temporalmente estos incentivos. ¿O somos ortodoxos solo con algunas cosas?
Si la respuesta del gobierno es subir el sueldo mínimo, entonces la informalidad se incrementará no solo en el sector textil, sino en toda la economía. ¿Quién será el responsable de esto? ¿O diremos que las exportaciones han caído porque los empresarios no aman al país?