Hace unos días escribí que los presidentes de México y Argentina merecen una medalla a la hipocresía política por su reacción vergonzosa a las protestas pacíficas antigubernamentales del 11 de julio en Cuba. Pero mi lista de hipócritas debería ser actualizada e incluir, entre otros, al movimiento Black Lives Matter (BLM), al expresidente Donald Trump y a los políticos republicanos de la Florida.
Comencemos con los hipócritas de izquierda. El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, el presidente argentino Alberto Fernández y el posible presidente electo del Perú, Pedro Castillo, no condenaron la brutal represión de la dictadura cubana a miles de manifestantes desarmados en la isla.
Al menos un manifestante fue asesinado y alrededor de 200 han sido arrestados, golpeados, torturados o “desaparecidos” en la represión contra las mayores protestas sociales en varias décadas en Cuba.
Pero en lugar de defender el derecho del pueblo cubano a expresarse pacíficamente, estos y otros miembros de la izquierda jurásica se unieron a los dictadores de Cuba, Venezuela y Nicaragua en culpar al “bloqueo” estadounidense por los últimos acontecimientos en Cuba.
En rigor, no hay tal “bloqueo” a Cuba. Según las propias cifras oficiales de Cuba, la isla comercia con 70 países de todo el mundo, incluido Estados Unidos. Existe un embargo sobre el comercio de Estados Unidos con Cuba, que Washington impuso en 1962 tras la expropiación de empresas estadounidenses en la isla.
Pero el embargo estadounidense tiene más agujeros que un queso suizo. Estados Unidos es uno de los 15 socios comerciales más grandes de Cuba y el mayor exportador de alimentos y productos agrícolas a Cuba, según cifras del Gobierno Estadounidense.
Estados Unidos exporta alrededor de US$276 millones al año en alimentos y medicinas a Cuba. Además, Estados Unidos envía 3.500 millones de dólares al año en remesas familiares a la isla, y más de 500.000 turistas estadounidenses visitaron Cuba en el 2019. En otras palabras, Estados Unidos es una de las principales fuentes de ingresos de Cuba.
De la misma manera, el movimiento Black Lives Matter de Estados Unidos exigió al Gobierno de Estados Unidos que levante el embargo, sin incluir una sola palabra sobre el derecho del pueblo cubano a manifestarse pacíficamente. Irónicamente, BLM parece no haberse enterado de que la mayoría de los manifestantes en las calles cubanas eran afrocubanos o que Cuba ha sido gobernada por una dictadura liderada por blancos desde hace más de seis décadas.
También hay mucha hipocresía en la derecha. Empieza por el expresidente Trump, quien intentó subvertir la democracia de Estados Unidos al negarse a aceptar su derrota electoral del 2020, y pretende ser un campeón de la democracia en Cuba.
De hecho, a pesar de sus justificadas críticas contra la dictadura cubana, Trump perjudicó la causa de la democracia y los derechos humanos al abrazar alegremente a los dictadores de Corea del Norte, China, Rusia y Turquía. Eso dejó a Estados Unidos sin autoridad moral para liderar ningún esfuerzo diplomático internacional para restaurar la democracia en Cuba o en cualquier otro país.
Igualmente, el gobernador republicano de Florida, Ron DeSantis, el senador Marco Rubio (R-Fl) y los representantes de Miami, María Elvira Salazar y Carlos Giménez, están tratando activamente de presentarse como campeones de la lucha por la democracia en Cuba, pero tienen pocas credenciales democráticas. ¿Cómo pueden reclamar la democracia en Cuba y avalar los esfuerzos de Trump por socavar la democracia en Estados Unidos?
El presidente Biden está haciendo lo correcto al no escuchar a Black Lives Matter y al ala de izquierda de su Partido Demócrata que quieren un acercamiento con Cuba. El expresidente Obama intentó eso en el 2014, y Cuba no respondió con ningún gesto significativo para permitir las más mínimas libertades.
Pero Biden debe ser más proactivo con Cuba. Su promesa de buscar formas de darle Internet al pueblo cubano es un buen primer paso. Washington podría, por ejemplo, ayudar a darle programas de VPN gratis a los cubanos, lo que dificultaría el bloqueo de los censores cubanos.
Biden debería hacer eso de inmediato, y debería hacerlo por una cuestión de principios, más allá de lo que digan los hipócritas de derecha y de izquierda.
–Editado–
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