El candidato a congresista y expresidente Martín Vizcarra propone cambiar de Constitución.
El expresidente recurrió a la carta del 93 para propiciar reformas constitucionales. La torció, después, para “vacar” al congreso de entonces. Usó un mecanismo que no existe, la “denegación fáctica”. El quiebre fue luego legalizado por el Tribunal Constitucional instituido por la C93.
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Ahora, el candidato Vizcarra quiere ir por más. Quiere una constitución para que todos puedan “quererla y defenderla como debe ser” (RTV La República, 2.1.21).
La Constitución actual, dice, “nació impuesta bajo un régimen autoritario”. No lo dijo en el 2016, en que fue elegido vicepresidente, ni en el 2018, en que asumió la presidencia, ni en el 2019, cuando cerró el Congreso, ni en el 2020, al ser retirado del cargo.
El Congreso actual es díscolo, irresponsable, demagógico y populista. Es resultado de la convocatoria que hizo el propio Vizcarra.
Ahora Vizcarra propone ampliar la apuesta. ‘Si convoqué a un congreso, puedo convocar a una constituyente.’
No importa el resultado. No importa que el método sea muy parecido al de 1993, el de la Constitución “impuesta”.
Vizcarra pide que la Constitución sea, esta vez, resultado del consenso democrático. Y para eso pide una confirmación por referéndum.
En 1993 Fujimori hizo eso mismo. Como tenía mayoría, convocó a elecciones para hacer una nueva Constitución. La validó vía referéndum.
Vizcarra propone una reforma constitucional. Quiere agregar un artículo en la carta que haga posible convocar a una asamblea constituyente.
Esa constitución atenderá, según el proponente, las “necesidades y desafíos del bicentenario” y buscará “la unión y no la división de los peruanos”. Apuntará a un desarrollo “inclusivo”.
A un Congreso díscolo se llega por un sistema de reglas de elección sumamente defectuoso. Si no se tiene idea de cómo cambiar ese sistema de reglas tóxico, el resultado va a ser el mismo.
A congresistas díscolos sumaríamos constituyentes díscolos.
El sueño de Vizcarra quizá sea una constitución a su imagen y semejanza. Después de todo, quizá sea el congresista con más votos.
Ya que no hay publicidad por medios masivos, ganará quien haya tenido más exposición. Vizcarra supo aprovechar la pandemia en ese sentido.
Somos uno de los países con más muertos por millón por COVID-19. También, el país con el presidente con más minutos de exposición por COVID-19.
Vizcarra puede pensar que su influencia durará hasta su convocatoria para una constituyente. Lograría así el sueño de la constitución propia.
Los países más desarrollados tienen reglas más estables en el tiempo. Hacen los cambios de manera ordenada, no según espasmos constituyentes.
Debe preocupar, además, que quien propone este cambio convulsivo acuse a los medios de la vacancia de la que fue objeto.
Vizcarra sostiene que “el insumo político” para su salida fue una investigación de este Diario. Esa investigación reveló las acusaciones sobre sobornos supuestamente recibidos por él.
El expresidente recrimina que los medios “no solo informan, sentencian”, “tienen un rol fiscal y judicial” (sic).
La investigación de El Comercio fue independiente y muy profesional (Graciela Villasís, “Historia de una Investigación”…, EC, 6.12.20). Responsabilizar al trabajo periodístico de la vacancia es, sin duda, una amenaza velada contra la libertad de prensa.
Debe preocuparnos que quien tiene estas ideas vaya a propiciar no solo nuevas leyes, sino, incluso, una nueva constitución.