La reciente protesta pacífica de cientos de artistas e intelectuales cubanos contra la censura del régimen fue una de las mayores manifestaciones en la isla desde la revolución de 1959. Debería recibir un apoyo mucho mayor del presidente electo Joe Biden, el presidente saliente Donald Trump y los líderes de todas las democracias.
La protesta del 27 de noviembre del así llamado Movimiento San Isidro frente al Ministerio de Cultura en La Habana atrajo a unos 300 artistas, músicos, actores y periodistas independientes. En una dictadura que no ha permitido protestas masivas en seis décadas, esta acción convocó a una multitud asombrosa.
Algunas de las figuras más conocidas de la cultura cubana, como la artista Tania Bruguera, el actor de cine Jorge Perugorria y el cineasta Fernando Pérez participaron en la protesta. Otros conocidos artistas, como el trovador Carlos Varela, la apoyaron desde sus redes sociales.
“Nunca habíamos visto una protesta callejera tan grande en Cuba”, me dijo José Miguel Vivanco, director del departamento de América de Human Rights Watch. “Han habido muchas protestas aisladas contra los abusos de los derechos humanos desde 1959, pero ninguna como esta ha estado centrada en la libertad de expresión”.
El “Wall Street Journal” dijo en un artículo de José de Córdoba el 30 de noviembre que “la protesta fue posiblemente la mayor manifestación pacífica desde que Fidel Castro asumió el poder en 1959”.
Tras una reunión de los manifestantes con el viceministro de Cultura, los medios de comunicación del régimen, que son los únicos permitidos en la isla, han acusado a los artistas de ser “mercenarios estadounidenses” y “títeres de la CIA”. Es la misma excusa irrisoria que Cuba ha usado durante seis décadas para aniquilar cualquier intento de libertad de expresión.
Varios de los artistas del Movimiento San Isidro han sido detenidos por breves períodos en días recientes.
Según un informe de Human Rights Watch que saldrá a la luz hoy, Cuba está utilizando sus regulaciones sanitarias contra el COVID-19 para acosar a miembros del movimiento de San Isidro y a otros disidentes.
La protesta del 27 de noviembre comenzó después de que las fuerzas de seguridad detuvieran a 14 miembros del Movimiento San Isidro en su lugar de reunión en La Habana, alegando que uno de ellos había violado las reglas de COVID-19 al no hacerse una segunda prueba de coronavirus. El régimen está arrestando a muchos disidentes por supuestamente “propagar la epidemia”, dice HRW.
Cuando pregunté por qué los artistas cubanos se están uniendo ahora, después de tantas décadas de censura, varios allegados al Movimiento San Isidro me dijeron que se debe a recientes decretos del presidente Miguel Díaz-Canel.
Uno de ellos, el decreto 349 del 2018, formaliza los controles estatales sobre los artistas, tras la proliferación de galerías de arte y salones de música privados. El decreto establece que los inspectores del gobierno decidirán quién es artista y quién no. Aquellos que no reciben el sello de aprobación oficial no pueden exhibir sus obras ni actuar en público.
“Lo interesante es que estos artistas argumentan que los decretos de Díaz-Canel violan la Constitución de Cuba”, me dijo el historiador cubano Rafael Rojas, quien enseña en México. “Todo esto es muy nuevo”.
Afortunadamente, Jake Sullivan, el nominado para ser Consejero de Seguridad Nacional de Biden, tuiteó que “apoyamos al pueblo cubano en su lucha por la libertad y hacemos eco de los llamamientos para que el gobierno cubano libere a los manifestantes pacíficos” del Movimiento San Isidro.
Pero es hora de que el propio Biden, el presidente saliente Trump y otros líderes mundiales apoyen personalmente a los artistas e intelectuales de Cuba.
Es una oportunidad perfecta para que Biden ponga en práctica su promesa de reconstruir las alianzas internacionales de Estados Unidos, que fueron abandonadas por Trump, para luchar por los derechos básicos en todo el mundo. ¡No la desperdicie, presidente electo!
El Nuevo Herald. Distribuido por Tribune Content Agency, LLC