Hay una enorme distancia entre un país estable política y económicamente y otro en el que los agentes económicos se han visto obligados a tolerar la inestabilidad política. Para el presidente Pedro Castillo, la actualización al cuarto trimestre del 2021 del Índice de Riesgos de Bloomberg es una prueba irrefutable de lo primero, mientras que una mirada un poco más detallada es, más bien, una prueba de que llevamos demasiado tiempo viviendo lo segundo.
El presidente aprovechó y tuiteó la data de un informe elaborado por el diario “La Tercera” de Chile utilizando este índice –que se calcula en base a indicadores de riesgo político, económico y financiero, en comparación con otros países– como confirmación de “que este sí es un Gobierno de cambios que construye” y que “el Perú tiene la economía más sólida y estable” de la región.
Es cierto que el Perú ha desplazado a Chile como la economía más estable según este índice en un trimestre, pero hay que decir que esta no es la primera vez que pasa. El Perú ha superado a Chile en varias oportunidades desde el 2009, pero en todas ellas ha vuelto al segundo lugar en el trimestre inmediatamente posterior. Sería prudente, entonces, esperar un poco más para ‘cantar victoria’.
Además, si miramos a detalle los puntajes en cada uno de los tres componentes, veremos que en el último trimestre del 2021 el Perú ha tenido una pronunciada recuperación en los indicadores financieros, mientras que Chile se mantuvo en los bajísimos niveles a los que ambos países cayeron desde el segundo trimestre del año pasado.
Esta diferencia se debió a que hacia fines del 2021 en el Perú se calmaron los efectos de los tropiezos del Gobierno en el riesgo soberano, el tipo de cambio y la bolsa de valores, mientras que la campaña electoral seguía golpeando esos indicadores financieros en Chile.
Es esta diferencia la que le ha dado al Perú una ventaja, a pesar de que el componente político se ha mantenido consistentemente en niveles vergonzosos desde el 2019 y el económico cayó en el último trimestre del año pasado por debajo del puntaje chileno.
En lugar de festejar los titulares, sería entonces bueno que Castillo se proponga acabar con el paupérrimo nivel del indicador político –que refleja la debilidad institucional del país, la preponderante corrupción y el pobre ambiente para los negocios– y se preocupe por el retroceso de los indicadores económicos.
Mejor haría el mandatario en revisar los informes del INEI que muestran cómo se viene desacelerando la economía y cuánto falta para que el empleo se recupere al menos a los niveles del 2019. Poco sirve que en los terminales de Bloomberg un gráfico destaque la estabilidad del Perú en comparación con nuestros vecinos, mientras aquí millones de peruanos aún no se recuperan del golpe de la pandemia.