Los representantes de todos los gobiernos nacionales se reúnen esta semana para darle prioridad a un acuerdo sobre el clima mundial y el lugar de la conferencia, Lima, Perú, ofrece lecciones muy importantes para los negociadores.
En el debate sobre cómo abordar el cambio climático, existe una brecha notable entre los niveles de reducciones de carbono que el mundo debe alcanzar para evitar las consecuencias mundiales del calentamiento global y los niveles de reducciones que los gobiernos nacionales han deseado alcanzar hasta ahora. Acercar las posiciones requerirá que las ciudades y los negocios, los principales generadores de emisiones de carbono, tengan un papel fundamental y la experiencia de Lima marca el rumbo a seguir.
La ciudad de Lima recientemente ha obtenido y mejorado una calificación crediticia con la ayuda de la asistencia técnica del Banco Mundial y otras agencias. Es posible que no suene como un gran avance, pero tenga en cuenta que: sin la calificación crediticia, endeudarse para invertir en transporte público era muy costoso para el gobierno de la ciudad de Lima. Con la calificación crediticia, la ciudad recaudó USS130 millones para mejorar su sistema de transporte rápido por autobús. Esto reducirá considerablemente la contaminación provocada por el carbono de uno de los sistemas de transportes más grandes del mundo y ayudará a reducir la congestión del tráfico, lo que ahorra el dinero de las compañías y mejora la productividad.
Invertir en infraestructura moderna baja en carbono es una de las mejores maneras de reducir las emisiones de carbono mientras se impulsa el crecimiento económico. Dichas inversiones producen grandes beneficios para los negocios y residentes de zonas urbanas, pero los gobiernos locales generalmente no pueden hacerlas ya que no tienen acceso a los mercados crediticios.
El Banco Mundial calcula que solo el 4 % de las 500 ciudades más grandes de los países en desarrollo tienen calificaciones crediticias internacionalmente reconocidas y solo el 20 % tiene una calificación nacional, lo que les otorga la poca capacidad de financiar mejoras de infraestructura. Lima es una de las pocas ciudades en la región en obtener un estado crediticio mejorado, pero existen cientos de otras en todo el mundo que podrían beneficiarse con el mismo método.
Brindar a las ciudades acceso a mercados de capital es sorprendentemente rentable. Lima logró acumular los US$130 millones en los mercados de capital ya que el Banco Mundial gastó US$750.000 en brindar la asistencia técnica necesaria para garantizar una calificación crediticia mejorada. En el campo del desarrollo mundial, donde los recursos son escasos, mejorar las calificaciones crediticias ofrece oportunidades atractivas para los países y las organizaciones de asistencia similares.
Lima debería ser solo el comienzo. En los países en desarrollo solamente, las ciudades tienen alrededor de US$700 mil millones de demanda anual para proyectos de infraestructura sostenibles, desde transporte y energía hasta tratamiento de desechos y suministro de agua. Brindarles acceso a crédito puede ser una de las maneras más efectivas de luchar contra el cambio climático, además de impulsar el desarrollo económico y mejorar la salud pública al reducir la contaminación.
Aproximadamente el 70% de las emisiones de carbono viene de las ciudades y un informe reciente mostró que si las ciudades del mundo tomaran medidas ambiciosas pero realizables para reducir sus emisiones, el impacto colectivo sería equivalente a reducir a la mitad del uso de carbón mundial durante los próximos 40 años. Con mayor acceso a crédito, dichas reducciones serían mayores.
Los negociadores en la conferencia de Lima deberían garantizar que el acceso al crédito esté en el orden del día de la agenda. Si más gobiernos nacionales les permiten a las ciudades participar en los mercados de capital, fortalecerán sus motores económicos e incrementarán su capacidad de establecer y alcanzar metas ambiciosas de reducción de carbono. Existen algunos pasos que ofrecen dichas oportunidades de progresar a un costo tan bajo.
Además de las calificaciones crediticias mejoradas, también existen pasos que los países pueden tomar para desencadenar la inversión del sector privado en la infraestructura moderna baja en carbono, y no consisten en subsidios. En gran parte del mundo, las fuentes de energía renovable ya son más económicas que los combustibles fósiles, una tendencia que probablemente continúe a medida que los avances tecnológicos y los costos de producción disminuyen.
Tenga en cuenta al vecino del sur del Perú, Chile. En este país se encuentran varias compañías de energía solar que están construyendo más de un gigavatio de nuevos proyectos de generación de energía, las cuales alimentan a las ciudades y las principales industrias, incluso a las grandes minas de cobre del país. La energía solar, la cual se considera un nicho de fuente de energía, consistirá en el segmento principal de la matriz energética baja en carbono del país. Esto se estaba llevando a cabo antes de que Chile promulgue un razonable impuesto sobre el carbono a principios de año, lo que estimulará aún una mayor inversión en energía renovable.
El cambiante mercado de energía renovable se percibe en todo el mundo, lo cual crea oportunidades para que los otros países sigan un rumbo similar. Un estudio reciente de Bloomberg New Energy Finance mostró que Turquía puede crear un mercado de energía limpia nacional por casi el mismo costo que su flota programada de plantas convencionales a carbón, pero con los beneficios agregados de aire más limpio, una mejor balanza comercial, más puestos de trabajo en el sector de fabricación y menos emisiones de carbono. Esto se aplica a la mayoría de los países del mundo.
El reciente acuerdo sobre el clima entre Estados Unidos y China fue un gran avance para la cooperación global ya que por primera vez los usuarios de energía más importantes del mundo se unieron, reconocieron formalmente un interés compartido en abordar el tema y se comprometieron concretamente con el clima.
La conferencia en Lima ofrece una gran oportunidad para que los líderes nacionales tomen como base dicho progreso. Las ciudades y los negocios son socios naturales de los gobiernos nacionales. Después de todo, la mayoría de los negocios se encuentran en las ciudades y la mayoría de las ciudades se encuentran en las aguas costeras. Ambos tienen los incentivos para mitigar los peores impactos del cambio climático.
Además, con las herramientas adecuadas, ambos pueden ayudar a asumir el liderazgo hacia el objetivo final de un acuerdo sobre el clima mundial en París el próximo año.