Después del voto de confianza, el presidente Pedro Castillo ha prometido seguir en lo que está: nada.
Lo ha escrito en su cuenta de Twitter. “Con el voto de confianza otorgado por el Congreso, seguiremos bregando sin descanso por los cambios que el pueblo necesita”.
¿Bregando? ¿Sin descanso? ¿Cambios que el pueblo necesita? El espejo en el que se mira el presidente tiene un serio defecto.
Él se ve a sí mismo en una lucha a brazo partido. La verdad, sin embargo, es que a él no se le ve trabajando, sino encerrado en Palacio de Gobierno.
No se le aprecia en ningún esfuerzo por resolver las protestas mineras vandálicas, como las de Apumayo y Breapampa, en Ayacucho. Ahí quemaron vehículos, campamentos e instalaciones. Hasta ahora no hay detenidos.
Tampoco hubo un trabajo sin descanso con respecto a Las Bambas y Antamina.
No se “bregó” mucho, tampoco, frente a las amenazas de paralizaciones de los transportistas. Más bien, se conocieron audios en los que el ministro del sector, Juan Silva, ofrece las cabezas de la jefa de la Sutrán y de la Autoridad del Transporte Urbano (ATU).
Prometió, además, extender las autorizaciones de rutas diez años. Es decir, ofreció retroceder en los intentos de reorganización del transporte urbano. ¿Es este un cambio que el pueblo necesita?
Se tiene la misma perspectiva en la educación. El Gobierno está en contra del sistema de evaluaciones del magisterio.
El ministro del sector, Carlos Gallardo, ha anunciado una norma que permitirá que los profesores contratados, que han dado pruebas por varios años, puedan ser nombrados.
La evaluación de los maestros, ha dicho Gallardo, debe ser cuestionada. La práctica en el aula, para él, “ya los califica y deberían ser nombrados hace tiempo”.
Nuevamente, tenemos aquí al Gobierno empeñado en retroceder. Nuevamente, tenemos aquí al Gobierno actuando como gremio, no como autoridad.
En el caso del Interior tuvimos a un ministro dispuesto a frenar la erradicación de los cultivos ilegales de hoja de coca. El exministro Luis Barranzuela, en efecto, parecía actuar como defensor de los cocaleros más que como Estado.
El “pueblo” al que dice servir Pedro Castillo es el de los antimineros, los maestros rezagados, transportistas informales y los cocaleros ilegales. Para ese “pueblo” hubo gestos y acciones.
Los cambios que se aprecian son cambios hacia atrás. El gobierno de Pedro Castillo se ha mostrado, en estos temas, profundamente reaccionario.
La brega incansable del mandatario no incluye temas claves como la seguridad ciudadana. Con el nuevo ministro del Interior, Avelino Guillén, habrá que ver si se da algún cambio en este tema de vital importancia y esencial en el sector.
El presidente cree que ha hecho mucho. En otro tuit cita entre sus “logros” la segunda reforma agraria, la renegociación y masificación del gas, y la reforma tributaria. Confunde promesas con hechos.
El mandatario también menciona en su lista la vacunación de casi el 60% de la población. Olvida decir, al respecto, que eso se consiguió con los contratos firmados en la administración anterior.
No ha sido, pues, una actividad “sin descanso” ni mucho menos una lucha titánica o una “gesta”, como quiere creer el presidente. Ha sido mucho de nada y mucho, también, de retroceso.