El mejor refugio contra la realidad es la imaginación. Cuando esta imaginación se convierte en palabras, estamos frente a una travesía que puede dejar huellas duraderas. En estos días, reviso el gran (en todo sentido) libro “El Tahuantinsuyo de los Incas” publicado por Ediciones EY. El autor, el destacado antropólogo Juan Ossio, estudia aspectos esenciales de la sociedad inca, y la importancia que tuvo la organización de las panacas. La idea de los números dos y cuatro como organizadores del universo es un aspecto esencial de su visión.
Algunos temas lingüísticos como la palabra “huacho”, que significa a la vez “solo” y “sin familia”, revelan la importancia del mundo familiar en la cultura inca. Ossio también afirma que muchos de los que conocemos como incas eran en realidad tótems de grupos sociales. El libro está magníficamente editado bajo la dirección de Anel Pancorvo. Incluye mapas, cuadros, diseños de gran belleza e interés, con traducciones al inglés.
Hablando de familias, es una estupenda noticia la reedición de “Retratos familiares” de Ricardo Sumalavia, que ofrece a unos personajes que viven a la vez con toda naturalidad y en medio del enigma. Sumalavia es uno de los escritores peruanos más finos e ingeniosos y este es uno de los ejemplos. Otro interesantísimo libro reciente, la novela “El año del viento” de Karina Pacheco, es la historia de Nina que se topa con Barbara, una agente de su pasado. Nina llegará hasta un pueblo de la sierra, que parece representar la memoria del terror.
A propósito de los temas de violencia, encuentro un magnífico ensayo de Miguel Giusti en la revista “Ojo Dorado” que publica el Instituto Cultural Peruano Norteamericano bajo la dirección de Alberto Servat y la edición de Fietta Jarque. La necesidad de integrar la protesta con la conducta moral, tan esencial al momento que vivimos, es presentada por Giusti como una paradoja central. La revista incluye un dossier de 50 artistas peruanos en la escena internacional. En relación con el arte, otro libro, publicado por la Academia Peruana de la Lengua, muestra la obra pictórica de César Moro. Con un estudio de Fernando Villegas y Daniel Lefort podemos apreciar estas imágenes de luminosas sombras.
El profesor Antonio González Montes aborda la obra de un contemporáneo de Moro, Julio Ramón Ribeyro, en su muy interesante estudio publicado por la Universidad de Lima. González ofrece un análisis detallado de muchos de los cuentos de Ribeyro. El trabajo divide el Perú y Europa como trasfondos de las historias. Otro libro interesante, “El pensamiento mítico en la narrativa latinoamericana” (Altazor), es un estudio de escritores canónicos, de Eduardo Huarag.
Hablando de relatos, me encantaron los de jóvenes escritores en Fiction Lab (La Isla). Tres narradores y tres narradoras (Terrones, Rechkemmer, Pacheco, Suárez, Jara, Brown) ofrecen cuentos interesantes, que abarcan varios géneros. Otro narrador debutante, el estupendo músico Raúl R. Romero, ha escrito la novela “Desplazado”. Romero cuenta la historia de Gabriel, que al regresar al Perú es tomado por terrorista y apresado por equivocación. El tema de la identidad flota en las páginas de esta interesante novela.
Es el tema de la vida de Susana Baca, la gran artista peruana, cuya biografía Jeremías Gamboa cuenta estupendamente, en la joven editorial Pichoncito. La edición está dirigida a un público infantil, con maravillosas ilustraciones.
Finalmente, con motivo de su cincuentenario, tenemos una edición magnífica de “Un Mundo para Julius” (Peisa). Aquí están otra vez Julius, Susan y Vilma, mi personaje preferido. Ellos nos siguen diciendo que podemos sentir y hasta reírnos. Nos dicen que no todo está perdido. Es el mensaje de la gran literatura.