De carecer de planes y equipos, en una semana, Pedro Castillo ha pasado a tener por lo menos tres equipos técnicos y tres planes de gobierno.
Ante el Jurado Nacional de Elecciones se presentó como plan un documento llamado “Perú Libre, Ideario y Programa”. El autor es Vladimir Cerrón.
Hay un segundo plan de gobierno, al que se ha aludido con el título de “Plan 200”. Este es un documento cuyo coordinador sería Miguel del Castillo.
Un tercer plan, con un tercer equipo de técnicos, se estaría elaborando en el entorno de Juntos por el Perú. Esta agrupación ofreció recientemente su apoyo a la candidatura de Pedro Castillo.
La actitud del candidato ha sido equívoca. Dijo que no mencionaba los nombres porque no quería exponerlos al ‘terruqueo’ de la oposición. Luego, señaló que los equipos técnicos “son parte del pasado, parte de la repartija”.
Según Pedro Castillo, “los últimos integrantes de los equipos técnicos han resultado siendo ministros, y los ministros, cuestionados, denunciados, y hasta en la cárcel”. Con esta acrobacia argumental el candidato llegaba a la conclusión de que un equipo técnico era sinónimo de “repartija”.
La clave está en la generalización. Hay un ministro denunciado; por lo tanto, todos los ministros son corruptos. Hay un técnico que fue nombrado ministro; por lo tanto, todos los técnicos son ministros. Conclusión general: los equipos técnicos son parte de una repartija del poder para actos de corrupción.
Para entender el discurso de Pedro Castillo hay que seguir este tipo de salto argumental. Para entender las acciones de Pedro Castillo, por otro lado, hay que olvidarse de sus discursos.
No importa qué discurso invente o improvise, el candidato debe responder.
Lo mismo sucedió con los debates presidenciales. El Jurado Nacional de Elecciones convocó a su agrupación para coordinar cuatro debates. Su agrupación hizo todo por eludirlos.
El propio candidato de Perú Libre desafió a su contendora a debatir en las plazas del Perú. Finalmente, planteó hacerlo en su propio terreno, en Chota. La contendora aceptó, con lo que Castillo se vio forzado a ir.
Después de eso, él mismo planteó un debate en el penal de Santa Mónica. Quiso recordar los meses de prisión preventiva que ahí pasó Keiko Fujimori. Esta aceptó el reto, con lo que Castillo pasó a poner nuevas condiciones: asistamos con nuestros padres, planteó.
¿Con papá y mamá? Sí, con papá y mamá. La idea del candidato era crear una condición imposible para su adversaria. Como se sabe, su padre está preso y no podría asistir a ningún debate.
La idea, sin embargo, no fue buena. Castillo estaba pidiendo ser acompañado por su papá y su mamá a un debate en que tenía que enfrentar a la señora Fujimori.
Nuevamente, el discurso no tenía que ver con las acciones. Castillo simplemente quería evitar los debates. Por eso sus representantes ante el JNE redujeron los encuentros a solo dos.
Detrás de esta retórica solo encontramos un objetivo: evitar. Evitar presentar equipos de trabajo, evitar debatir y evitar exponer ideas.
Es sorprendente que tal estrategia logre sostener preferencias mayoritarias. Sería milagroso que se mantenga en el tiempo. ¡Cuánto puede durar, después de todo, este empeño por hablar y hablar, y evitar!