El reciente sondeo de Datum (El Comercio, 9/2/2025) reporta un sorpresivo incremento en la aprobación a la gestión del alcalde de Lima, Rafael López Aliaga: +13 puntos porcentuales. Ello, como es de esperar, puede tener un impacto en sus aspiraciones presidenciales
Con razón, se hace notar que el burgomaestre capitalino “corre solo” en un sector que, dada la coyuntura regional y global, puede tener un caudal importante en los próximos comicios: el bolsón conservador (Giulio Valz-Gen, El Comercio, 10/2/2025).
Este sector, además, podría estar acicateado por las gestiones de Nayib Bukele, en El Salvador, y Javier Milei, en Argentina, y, más recientemente, Donald Trump, en Estados Unidos. López Aliaga pareciera aspirar a emular a todos estos líderes, en fondo y forma.
Si a ese entorno se agrega la sensibilidad actual frente a la inseguridad ciudadana, López Aliaga pareciera tener la mesa servida. El alcalde de Lima es el único líder político de relevancia que ha criticado abiertamente la errática gestión del Ejecutivo. En diciembre pasado, por ejemplo, señaló: “Sí hay soluciones prácticas que tenemos que implementar [en la lucha contra la inseguridad ciudadana], pero, lamentablemente, la voluntad política de Dina Boluarte no ayuda” (RPP, 9/12/2024).
Pero no todo es promisorio para el alcalde. Si sirve como guía la historia (aunque Pedro Castillo demostró que todo antecedente es solo referencial), solo una vez un alcalde limeño logró ser elegido presidente: Guillermo Billinghurst en 1912.
Más recientemente, alcaldes exitosos o populares han combinado un eficiente (aunque efímero) liderazgo partidario con candidaturas presidenciales, más bien, discretas. Ricardo Belmont, con dos gestiones edilicias (1990 y 1993), fundó Obras y venció al candidato promovido por el régimen en 1993. Sin embargo, sus intentos presidenciales fueron grises.
En tanto, Alberto Andrade (1996-2003) venció a Jaime Yoshiyama, que contaba con todo el apoyo. No obstante, su candidatura en el 2000 se diluyó entre las múltiples opciones de la oposición.
En este milenio, el muy popular Luis Castañeda lideró dos períodos de altísima aceptación hasta el 2010. Pero todos sus asedios a la presidencia culminaron siempre en la sombra.
Más importante y actual, la candidatura de López Aliaga difícilmente aglomere a toda la derecha detrás de sí. En la fragmentación en que el país se halla, abundan candidaturas de derecha. Solo entre los seis candidatos que figuran con, al menos 3%, cuatro son claramente de derecha (Keiko Fujimori, 12%; Carlos Álvarez y el propio López Aliaga, 4%; y Hernando de Soto, 3%). De ellos, Álvarez tiene la ventaja de ser nuevo, algo valorado por el 61% de los encuestados.
Falta mucho camino por recorrer. Hasta entonces, López Aliaga tendrá que continuar gestionando la capital con recursos limitados y mantenerse saboreando algo que quienes conocen los predios edilicios describen, con crudeza y precisión, como un caramelo envenenado.