Uno. Somos el único país en Sudamérica que tiene mar en su capital, pero tan desagradecidos vivimos con nuestras fortuna que le damos la espalda. ¿Pruebas? Den un paseo por la Costa Verde y verán cómo las autoridades permitieron que las playas de San Miguel se convirtieran en una cloaca por culpa de un colector. Continúen el recorrido y aprecien cómo las playas de Barranco desaparecieron porque en nuestro país primero están los intereses comerciales antes que los bañistas.
El dinero manda cuando las autoridades “privilegian” los negocios antes que el bien común. Esa prepotencia que no causó insolación social con marchas incluidas alcanzó su cereza la semana pasada cuando el alcalde de Lima tiró rocas contra una playa ubicada en Miraflores para “viabilizar” un tercer carril. No vimos al alcalde de ese distrito tratando de impedir el atentado; no señor, a quien vimos fue a un grupo de tablistas acusados de pitucos y ociosos gritarle al alcalde capitalino que defenderán la Costa Verde hasta el ahogo. Solo por el escándalo mediático la Marina reaccionó y no solo multó al municipio sino que mandó guardacostas a la playa; ahora el alcalde tendría que retirar las rocas que tiró creyéndose dueño del litoral.
Dos. El único país en el que sale a la luz un video íntimo de una modelo y en el que comienza a discutirse que si ella consintió ese amatorio filmado entonces no tiene por qué quejarse de las consecuencias (léase difusión en redes, discusión de sus faenas en cuanto programa existe y venta ilegal de su video ante jolgorio pervertido) es nuestro país. Ahora resulta que el ex enamorado acusado de haber filtrado las imágenes puede darse el lujo de salir a insinuar que fue la víctima o el entorno de ella la que pudo haber creado tremenda tormenta.
Estas insinuaciones me recuerdan a los clásicos infundios lanzados cuando una mujer es violada y después tiene que escuchar que casi es su culpa por haberse vestido tan provocativa. Si ya nos parece “normal” escuchar conversaciones privadas porque en nuestro país “todo el mundo chuponea” y allá tú que conversas o mandas mensajes por WhatsApp; ahora resulta que un video íntimo pasa a un segundo plano porque quizá la propia víctima lo consintió. Ya no es una roca, es un piedrón.
Tres. Ganado el voto de confianza se suponía que todo marcharía más o menos en paz en el país, pero a un congresista amigo íntimo del gobernante se le ocurrió insinuar que si el Parlamento no da luz verde a las facultades extraordinarias que pedirá el ministro Cateriano entonces quizá, quien sabe, es posible, el presidente Humala cierre el Congreso. El gobernante salió a contestar que no comentará y que mejor le pregunten otra vez al parlamentario.
Así estamos, hasta las rocas.