Poco después de que se conociera la decisión del Jurado Electoral Especial de Lima Centro, de desaforar al candidato favorito en las encuestas, el ex alcalde Luis Castañeda Lossio, Keiko Fujimori, Alan García y varios analistas sospecharon públicamente de la mano de Nadine Heredia detrás de la resolución que busca acabar con las expectativas de Solidaridad Nacional.
Es cierto que el precedente de sacar de carrera a un candidato, que cuenta con la mayoría del afecto popular, por un detalle formal a la hora de llenar una ficha, resulta sospechoso y peligroso en un ambiente político en el que desde el poder, y desde hace tres años, se ha intentado abiertamente inhabilitar a Alan García.
Pero de ahí a que Castañeda sea una víctima de Humala, hay mucho trecho: Primero porque Humala no tiene el poder de sacar a Castañeda, su gobierno es débil y no puede hacer lo que le dé la gana en el Jurado Nacional de Elecciones; pero segundo, y lo más importante, porque Solidaridad Nacional no es parte de la oposición: ha integrado todas las mesas directivas que este gobierno ha encabezado en el Parlamento; y sus representantes han votado con el nacionalismo cuantas veces ha sido conveniente para ambas agrupaciones.
Y no se ha tratado de un veleidoso coqueteo, sino de una alianza política discreta, pero efectiva; el propio José Luna Gálvez, secretario general del partido de Castañeda, y la voz que ronca y manda en esa agrupación, ha ocupado en dos oportunidades la vicepresidencia del Congreso, la primera al lado de Víctor Isla y la segunda junto a Fredy Otárola.
Como todos sabemos, las decisiones que toma la bancada oficialista en el Congreso dependen de Nadine y no hay alianza ni negociación que no pase por ella. La semana pasada, cuando la oposición quiso pararse fuerte y condicionar la confianza a Ana Jara a la postergación de los aportes de los independientes a las AFP y a la salida de Mayorga del Minem, la nata de Solidaridad Nacional votó con el gobierno. A Nadine le ha sido más difícil retener a Juan Pari y a Claudia Coari que a Luna Gálvez y a Esther Capuñay.
Que ahora, que Castañeda está momentáneamente en ascuas, los humalistas se callen y miren a otro lado, es otra cosa; el pragmatismo no conoce de lealtades; pero que sea Nadine quien haya ordenado una ‘tacha conyugal’, como ha dicho el ex presidente García, resulta francamente inverosímil.
Los propios solidarios lo han espetado: Luna Gálvez y Martín Belaunde han dicho, cada uno en su estilo, que ellos sospechan del dinero que se juega en los multimillonarios contratos celebrados en los últimos años por la Municipalidad de Lima. Esto en referencia a los brasileños que apoyaron a Susana Villarán durante la revocatoria.
Es muy probable que detrás del formalismo que motiva a dos de los tres integrantes del Jurado Electoral de Lima Centro, a votar para sacar a Castañeda de la contienda, se muevan férreos intereses; y nadie mejor que el propio Castañeda para identificar a sus enemigos.