Donald Trump disparó al Tratado Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) y le causó la muerte. Cumplió así una promesa de campaña dentro de una larga lista de medidas proteccionistas que según él harán nuevamente “grande” a Estados Unidos.
En realidad, el tiro de Trump técnicamente no mató al TPP; lo dejó en coma e inservible como organismo funcional. Sin la presencia de EE.UU., Japón y algún otro país no ratificarían este acuerdo logrado con tanto esfuerzo de negociación.
Para el Perú, el TPP revestía enorme importancia porque incorporaba a su lista de tratados comerciales a países tan importantes como Australia, Malasia o Nueva Zelanda, con los que aún no tenemos tratados de libre comercio (TLC) y, al mismo tiempo, mejoraba la calidad de los TLC ya firmados con países como Japón, Singapur y el propio EE.UU.
¿Está todo perdido para el Perú? De ninguna manera. Al proponer la creación de la Alianza del Pacífico (AP), el exitoso mecanismo de integración profunda que incluye a Chile, Colombia y México, nuestro país lo hizo con el doble propósito de integrar cuatro economías con políticas públicas y valores democráticos similares, y acercarse al Asia-Pacífico, donde se encuentran las economías más dinámicas del mundo.
La semana pasada, el canciller Ricardo Luna y el ministro de Comercio, Eduardo Ferreyros, acompañaron en Chile a sus pares de la AP para acordar medidas que sigan impulsando el desarrollo de este acuerdo de integración abierto al mundo. Se decidió, entre otras cosas, fortalecer el comercio dentro de la AP, encargando al sector privado a través del Consejo Empresarial de la AP (CEAP) la identificación de todas las barreras no arancelarias para proceder a su pronta eliminación. De lograrse, esto multiplicaría en breve plazo el comercio entre los cuatro países.
Más importante aun, los cancilleres y ministros de Comercio decidieron crear la figura de ‘Estado asociado’. Se aprovecharía así el interés manifiesto de los países observadores, pero también se daría un valioso uso póstumo al cuerpo comatoso del TPP aprovechando las negociaciones ya concluidas.
En otra acción de gran importancia, la semana previa el ministro de Economía, Alfredo Thorne, y los ministros de Finanzas de los otros tres países de la AP acordaron profundizar la integración de sus mercados de capitales con un ambicioso esquema de unificación financiera que facilite el flujo de inversiones directas y la negociación sin fronteras de fondos de inversión de la AP, con la homologación regulatoria que permita al mismo tiempo el reforzamiento del Mercado Integrado Latinoamericano (MILA). Finalmente, y presintiendo el desastre que hoy nos golpea, se acordó también la creación de un mecanismo para enfrentar de manera conjunta los desastres naturales.
Con estos acuerdos, la AP ha optado definitivamente por luchar contra el proteccionismo abriendo nuevos mercados y uniéndose a aquellos países que seguirán abrazando la globalización como la única manera existente para traer crecimiento y progreso a sus habitantes. Acelerar el desarrollo de la AP resulta además imprescindible frente a la creciente ola proteccionista que parece avanzar con fuerza en EE.UU. y algunos países de Europa como respuesta equívoca a los efectos de la Gran Crisis del 2007-2008.
El desempleo creciente y el deterioro en la distribución del ingreso en el interior de las economías avanzadas están siendo aprovechados para nutrir el sentimiento proteccionista y avanzar la agenda de partidos nacionalistas, populistas y xenófobos. Eventos impensables hasta hace poco como el ‘brexit’ o la elección de Donald Trump han generado para países como México un ambiente de incertidumbre inusitado que amenaza con frenar su crecimiento. Se equivocan quienes creen que las medidas que hoy discute el Congreso estadounidense afectarán solo a México. Se trata de medidas impositivas como el llamado ‘border adjustment tax’ que pueden tener un efecto global y disminuir la productividad en muchas economías, incluyendo la nuestra. La AP nos provee hoy una primera línea de defensa en tanto se defina con más claridad la forma que tomará el nuevo proteccionismo.
La AP ha despertado un interés universal por ser un esquema de integración abierto al mundo y por ello 49 países han solicitado y obtenido el estatus de observadores. Ahora, bajo el esquema de ‘Estado asociado’, la AP podrá negociar con bloques de países o individualmente fuertes lazos económicos con todos aquellos deseosos de entrar a concluir acuerdos comerciales y de inversión de alta calidad, con un grado equivalente de apertura a los alcanzados por la AP. Se conseguiría así completar acuerdos con economías que se perfilan como las más dinámicas en las décadas venideras.