En tiempos inciertos, cuando las mentiras quieren tomar el lugar de la verdad, la prensa tiene que ser una fuente de certidumbre. Si bien no siempre se podrán tener todas las respuestas, estas deben buscarse de forma responsable y con los hechos como único norte. Aunque se trata de una tarea sensible en tiempos convulsionados, los periodistas deben imprimir la rigurosidad a su trabajo de manera cotidiana. Las fuentes deben estar corroboradas, los expertos consultados no deben tener conflictos de intereses y, sobre todo, ningún rincón de lo que se informa puede quedarse sin ser investigado minuciosamente. Más aún, cuando aquello de lo que se reporta puede ser la diferencia entre que las personas se apliquen una vacuna contra un patógeno mortal o no.
El viernes pasado, Willax TV hizo todo lo opuesto.
Ese día, dicho canal difundió un documento en el que supuestamente se definía –tras las pruebas realizadas por la Universidad Cayetano Heredia para evaluar su efectividad contra el COVID-19, de acuerdo con Ernesto Bustamante– que la vacuna de Sinopharm, que se viene aplicando en nuestro país, apenas tiene entre 11% y 33% de efectividad. En otras palabras, se buscaba afirmar que la inoculación comprada a la firma china es un embuste. El experto consultado sobre la materia fue el candidato al Congreso por el partido Fuerza Popular Ernesto Bustamante, quien llegó al punto de aseverar que el personal de salud que ya recibió el fármaco debería volver a inmunizarse.
Para empezar, la circunstancia de citar como especialista y como fuente en un tema tan delicado a un científico que, además de serlo, participa en el proceso electoral en ciernes con un partido que por los últimos cinco años se ha colocado en la acera de la oposición desafía toda disposición del medio de comunicación por ser objetivo. El señor Bustamante puede ser un gran profesional, pero se convirtió en político cuando expresó sus intenciones de ocupar una curul y faltó a su deber cuando el viernes omitió que el documento en cuestión presentaba datos preliminares. Recién lo dijo al día siguiente.
En efecto, la Universidad Cayetano Heredia ha precisado que la información difundida fue explicada de forma equivocada. “Quiero aclarar que el informe que se hizo público en otro medio el día de ayer es un reporte preliminar de los resultados del proyecto”, dijo Coralith García, la nueva investigadora principal del ensayo clínico. Detalló que los resultados finales estarán listos en aproximadamente ocho semanas, pero que los datos ya recabados señalan, por ejemplo, 91% menos probabilidades de que un paciente deba ser hospitalizado si se enferma de COVID-19 tras recibir la vacuna. Además, el Colegio Médico ya rechazó lo difundido por Willax TV.
Por su lado, la presidenta del Consejo de Ministros, Violeta Bermúdez, ha señalado que la adquisición de la sustancia de Sinopharm se definió tras evaluar las pruebas realizadas internacionalmente, que le atribuyen 79,3% de efectividad. La compra se hizo antes de obtener los resultados de las pesquisas peruanas por lo urgente de la situación.
Dicho esto, es claro que la ciencia no es una disciplina estática. Aunque los datos obtenidos fuera del país eran los apropiados para importar el fármaco y comenzar a aplicarlo de emergencia, la pertinencia de esta vacuna solo podrá ser reconfirmada por los científicos. No obstante, hay una distancia entre la rigurosidad que demandan estos procesos y los reportes malintencionados, mal informados, incompletos y subjetivos de un medio que parece haber hecho de golpear la medicina de marras parte de su agenda. En ese mismo canal, esa misma noche, se entrevistó, como es casi una costumbre diaria, al candidato Rafael López Aliaga, quien no solo dio por cierto el informe, sino que pidió la destitución del presidente de la República –incluso proponiendo un sucesor–.
Todo este trance trasciende las buenas prácticas periodísticas y parece apuntar a un objetivo político: vacar al presidente. Razón suficiente para que la ciudadanía y la prensa responsable estén atentos. La mejor herramienta para neutralizar estas amenazas, además de una prensa veraz y sin agenda partidaria, es el voto informado y consciente.