Más de un analista ha señalado una aparente contradicción en el discurso de Fiestas Patrias del presidente Martín Vizcarra: mientras durante los primeros 90 minutos el mandatario enumeraba planes y metas para los siguientes años de gobierno, en los últimos minutos del mensaje anunciaba un proyecto de reforma constitucional para acortar su mandato.
Ahora, más allá de las opiniones a favor o en contra el adelanto de elecciones vía referéndum, lo cierto es que cualquier equipo de gobierno tiene la responsabilidad de dejar planes y objetivos que trasciendan su período y aspiren a convertirse en políticas de Estado para las administraciones venideras. Eso es de alguna manera lo que ha ensayado el Ejecutivo del presidente Vizcarra con la promulgación del Plan Nacional de Competitividad y Productividad 2019-2030 (PNCP) y el Plan Nacional de Infraestructura (PNI) durante el mismo 28 de julio. Mientras que el primero es una serie de medidas estructuradas alrededor de nueve objetivos prioritarios (como capital humano, empleo, comercio exterior, etc.), el segundo contiene 52 proyectos de infraestructura priorizados por un valor de casi S/100 mil millones.
En primer lugar –y como hemos mencionado antes desde estas páginas–, vale la pena saludar el esfuerzo del gobierno, liderado en este caso por Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), por intentar plasmar una visión de mediano plazo para la competitividad del país. El PNCP toca los puntos clave en los que se requieren reformas significativas y que, por su ambición, no podrían ser todas abordadas durante un solo período presidencial. El PNI era una tarea largamente postergada: el Perú era el único país de la Alianza del Pacífico que no contaba con uno. Si bien es siempre saludable tomar con dosis de escepticismo las bondades y capacidades de planificación económica por parte de la burocracia, varias áreas tratadas son asuntos pendientes.
En cuestiones de fondo, los planes ofrecen algunas ideas interesantes y otras que merecen más debate. Entre las primeras está, por ejemplo, el impulso al mecanismo de Oficinas de Gestión de Proyectos –conocidas como PMO por sus siglas en inglés– para agilizar obras de inversión pública y APP. Los buenos resultados que se obtuvieron con su uso durante los Juegos Panamericanos de Lima pueden ser reproducidos en otros campos. El énfasis en la orientación de la educación para actividades productivas también es destacable, así como la modernización de algunas regulaciones laborales –por ejemplo, las que se refieren al teletrabajo–.
No obstante, por momentos el PNCP se percibe algo inconexo, demasiado extenso y, por ende, poco detallado en la manera en que planea conseguir los objetivos de política pública. En algunos casos, como en la revisión del régimen mype, apenas unas cuantas líneas ofrecen todo el diagnóstico, análisis y propuesta de asuntos que son bastante complejos. Para determinadas ideas no se encuentra mayor profundidad que la que se puede esperar en los planes de gobierno que se presentan en cada campaña electoral.
El riesgo principal –y que han enfrentado también otras instancias de planificación como Ceplan o el Acuerdo Nacional, por mencionar algunas– es que las propuestas terminen siendo solo eso, propuestas que no encontraron el espacio para ejecutarse. Ello puede bien suceder porque lo acordado hoy difícilmente será vinculante mañana para un gobierno que desee empezar de cero con una visión propia, o porque, aún si sucesivos mandatos compartieran lo esencial de los planes, su capacidad de ejecución es limitada. No es irrelevante, aquí, preguntarse por la capacidad qué tendrá este mismo gobierno de Vizcarra para implementar varios cambios planteados –y que requieren modificaciones de ley– ante la crispación política actual. E incluso entre los temas que le competen exclusivamente al Ejecutivo, ¿tendrá hoy la voluntad política y el interés para hacer de estos asuntos su prioridad cuando su tensa relación con el Legislativo parece capturar toda la fuerza y atención? Por ahora vale la pena la intención, pero de nada servirá si se queda todo en el papel.