Con las tensiones de segunda vuelta al alza mientras se aproxima el 6 de junio, de uno y otro lado se busca encontrar y ventilar supuestas conspiraciones en contra de la agrupación política de preferencia. Una de las que más ha calado en los últimos días ha sido la acusación al Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) de manipulación del tipo de cambio para crear incertidumbre sobre los votantes o para generar ganancias indebidas entre especuladores financieros.
La excongresista Marisa Glave, cercana a las agrupaciones de izquierda que ha liderado la excandidata presidencial Verónika Mendoza, por ejemplo, señaló esta semana que “no estaría de más que salga información del BCRP sobre la elevación de precio del dólar... para evitar especulaciones (o para confirmarlas)”. Ella es solo una de diversas voces que en los últimos días han puesto en cuestionamiento la labor de la autoridad monetaria en la presente coyuntura.
Vale señalar que los recientes movimientos al alza del tipo de cambio sí son fuertes y claros: desde alrededor de S/3,60 por dólar poco antes de la primera vuelta hasta más de S/3,80 por dólar durante esta semana. Esa es, ciertamente, una depreciación de la moneda peruana mucho más marcada que la que el país ha vivido en procesos electorales anteriores.
El rol del BCRP, sin embargo, no es mantener el tipo de cambio fijo. De hecho, esa es la receta de control de precios que se ha ensayado en otras oportunidades con pésimas consecuencias. En situaciones como la actual, el BCRP debe intentar que las fluctuaciones del tipo de cambio sean menos marcadas –es decir, evitar incrementos o contracciones demasiado bruscas en poco tiempo–. Y es lo que ha hecho la institución.
De acuerdo con un reporte oficial publicado este jueves, “en las operaciones cambiarias en lo que va de abril, el BCRP tuvo una posición de ofertante neto en el mercado cambiario por US$1.674 millones para reducir la volatilidad del tipo de cambio”. En otras palabras, colocó una cantidad considerable de dólares en la economía local para que su precio suba menos. Sin embargo, ni el BCRP ni ninguna otra entidad pueden evitar que la incertidumbre que genera un eventual gobierno de Pedro Castillo, candidato por Perú Libre, tenga impactos inmediatos sobre los mercados financieros; tan solo atenuarlos.
Algunas acusaciones en contra del banco han señalado que la presencia de dos directores cercanos al fujimorismo, Rafael Rey y José Chlimper, hacen a la institución pasible de sospecha de participación política. Estas denuncias tienen poca solidez. Aun si estos directores quisieran dirigir la política cambiaria del BCRP –imputación para la que tampoco hay prueba–, no queda claro cómo lograrían que su posición prevalezca en un directorio de siete miembros que pone en marcha a un equipo de técnicos altamente calificados.
Arriesgar la reputación de la que posiblemente es la institución pública más sólida del Perú por motivaciones políticas es lamentable. Julio Velarde –cabeza del BCRP y distinguido como mejor banquero central del mundo–, junto con un sólido grupo de profesionales, han logrado a lo largo del tiempo la inflación más baja de Sudamérica y uno de los tipos de cambio más estables de la región. Los logros del BCRP hablan por sí mismos. Si se trata, en cualquier caso, de encontrar responsabilidades por el incremento del tipo de cambio, quizá sea más conveniente afinar la mira sobre aquello que hoy es causa de incertidumbre en los mercados y en el valor de la moneda local.