Luego de que encabezó una larga y violenta huelga docente en el 2017, con el objetivo de que se suavizaran los criterios de evaluación a los maestros, la cercanía del candidato a la presidencia Pedro Castillo con individuos involucrados con el Movadef –brazo político de Sendero Luminoso– no ha sido ningún secreto. De hecho, como ha explicado con detalle el exministro del Interior Carlos Basombrío en nuestra sección de Opinión, el ahora candidato ha estado en la mira de la Dirección contra el Terrorismo de la Policía Nacional (Dircote), pues esta considera que hay evidencias documentadas de su proximidad a la organización en cuestión.
Consultado sobre la materia hace unos días, el aspirante a la jefatura del Estado ha rechazado cualquier vínculo con el grupo homicida o con su fachada política. “Rechazo una vez más y que quede claro. Nosotros deslindamos abiertamente con situaciones y posturas extremistas”, ha dicho, para añadir que ellos han “luchado contra el terrorismo” y que lo seguirán haciendo. Ayer insistió en ello sentenciando: “A mí no me interesan las expresiones mediáticas, sino el país”.
No obstante, como reza un viejo adagio, “si el río suena es porque piedras trae”. Y las piedras en este caso abundan y ameritan una respuesta más asertiva y clara de quien pretende ser presidente de la República. Especialmente cuando la sospecha alcanza a personas harto cercanas a él y a la bancada que ha colocado en el Congreso.
Un informe publicado ayer por este Diario ofrece muchísimos detalles inquietantes sobre ello. Como se sabe, el señor Castillo es el fundador de la Federación Nacional de Trabajadores en la Educación del Perú (Fenate-Perú), un grupo sindical del que fue secretario general hasta octubre pasado y en el que más de un miembro está asociado al Movadef. Ello según información de la Dircote, reportes de inteligencia, los archivos del propio Fenate y el padrón de ese grupo prosenderista.
El Fenate, como ha podido confirmar este Diario, tiene a dos integrantes de la agrupación fachada de Sendero Luminoso en sus filas: César Tito Rojas y Lucio Ccallo Ccallata. El primero, además de ser un miembro de base de la organización inaugurada por Castillo, fue uno de los fundadores del grupo prosenderista. Incluso, según la Dircote, registra visitas del 2000 al 2004 a miembros de la banda terrorista recluidos en el penal de Yanamayo. El segundo, por su lado, es secretario general de la base en el Collao (Puno) del Movadef (también según la Dircote).
Asimismo, está el caso del congresista electo por Perú Libre Edgar Tello Montes, quien creó el referido gremio junto con Castillo. Su nombre aparece en un informe elaborado por la mencionada oficina de la policía en agosto del 2017, titulado “Infiltración del Movadef en algunas dirigencias del magisterio”. De acuerdo con las fuerzas del orden, Tello fue uno de los dirigentes del magisterio que firmó un pronunciamiento en apoyo del Movadef en enero del 2012. Como él, otros dos virtuales parlamentarios (Germán Tacuri Valdivia y Paul Gutiérrez Ticona) son señalados en el reporte.
Con prescindencia de los descargos que hayan hecho y puedan hacer algunos de los mencionados en este editorial y quienes han sido nombrados en las notas producidas por este Diario sobre la materia, es claro que existe un patrón desconcertante en el entorno de Pedro Castillo. Cuesta creer que sea gratuito o casual que haya tantas personas asociadas a la misma organización siniestra alrededor de una sola persona y un solo partido. ¿Se trata de un exceso de desidia a la hora de evaluar a quienes ingresan al partido del lápiz o existe un atisbo de simpatía con las ideas del Movadef?
El candidato a la presidencia le debe a la ciudadanía mejores explicaciones no solo porque puede llegar a gobernarnos, sino por todas las víctimas de Sendero Luminoso que no merecen verlo reivindicado.