La especialidad farmacéutica en el Perú se encuentra en muy mal estado y, en lugar de progresar de la mano con los descubrimientos de la ciencia farmacológica y el ejemplo de los farmacéuticos extranjeros, se va acentuando cada vez más la desorganización de ella, debido esto principalmente a dos causas que aceleran su decadencia. Una es el poco apoyo que se presta al profesional farmacéutico peruano y la otra, la inercia en que se encuentran sus miembros por la falta de solidaridad que reina entre ellos. Desgraciadamente al farmacéutico nacional se le mira con cierto recelo, pues se duda que tenga un alto sentido de responsabilidad para garantizar los medicamentos que expende.