El Perú abre los brazos a todo extranjero honesto y laborioso, pero no puede aceptar delincuentes. A pesar de los esfuerzos practicados por la policía para contrarrestar los delitos cometidos por gran cantidad de extranjeros perniciosos, sabemos que ellos hasta ahora no han sido deportados y se pasean por las calles de la ciudad, incluso desafiantes, sin que nadie les moleste. Esto no puede continuar así, ya que ello significa que no se cumplen las órdenes de la superioridad, haciendo fracasar la urgente empresa de deshacernos de elementos nocivos y peligrosos.
H.L.M.