La batalla de Arica fue mucho más que una batalla única. Fue una batalla símbolo. En Arica no se intentó retener la posesión de una plaza ni obstaculizar el avance del ejército enemigo. La batalla no obedeció a mira estratégica alguna. La batalla se dio porque altos designios determinan que en toda prolongada contienda en que los hombres se destruyen mutuamente haya jornadas deslumbrantes en las que, a despecho de aquellos que matan y triunfan, quedan divinizados los que caen y mueren. Jamás batalla alguna significó para un pueblo lo que Arica significa para enaltecer nuestra raza.
H.L.M.