Afortunadamente van desapareciendo los prejuicios sobre “la sangre azul”. La burguesía se va desprendiendo de esas ideas absurdas y deja entrar en su mundo a hombres de origen muy modesto. Incluso se tolera a muchos improvisados y gente cuyo origen no es claro, pero que, personalmente, se han hecho solos e incluso tienen un trato social exquisito. Pese a ello, todavía existe una casta privilegiada que no envía a sus niños a la escuela para que no traten con otros de cuna inferior. Lo que vale en nuestros días no son ya los pergaminos, sino lo que se tiene en el cerebro. H.L.M.