Hubo un tiempo en que la estrategia de agudizar las contradicciones era exclusiva de los marxistas. Dos décadas atrás, por ejemplo, Sendero sostenía que hacer semejante cosa a propósito del sistema capitalista era un modo de precipitar su sangrienta revolución. Felizmente, el recurso de marras se mostró ineficaz para alcanzar ese fin, pero hoy otros sectores políticos parecen haber adaptado el concepto a sus propios planes de conseguir el cambio social.
El caso más notorio es el del PPC, que suele sentar públicamente determinadas posiciones para luego, con sutil astucia, contradecirlas en su forma de actuar. ¿Cómo entender, si no, su cazurra movida de ser un partido democrático que sin embargo lleva a Héctor Maquera, etnocacerista que estuvo preso por su participación en el ‘Andahuaylazo’, como candidato a la presidencia regional en Tacna? ¿Qué otra explicación podríamos darle al hecho de que Lourdes Flores reclame por un lado la renuncia del ministro de Energía y Minas, Eleodoro Mayorga, mientras que, por el otro, su bancada vota en contra de la censura del mismo en el Congreso? A primera vista, contradicciones agudas. Pero los socialcristianos locales, ya se sabe, hilan muy fino. Y tras esa apariencia de chambonada y sinsentido, se adivina el advenimiento de un tiempo nuevo de subsidiariedad, suplencia, ayuno y abstinencia, como el que promete su festivo ideario.