La muerte de Abu Bakr al Bagdadi, líder del Estado Islámico (EI), es profundamente importante. Era una figura poderosa, inspiradora y quizás más malvada que Osama bin Laden.
Es importante destacar que él logró reclutar a ex personal militar y de inteligencia iraquí, fortaleciendo enormemente su capacidad de insurgencia. Y aprovechó la guerra civil siria para crear un protoestado capaz de apoderarse y controlar territorio, acumular posiblemente miles de millones de dólares y organizar una fuerza militar.
Prometió a sus seguidores globales una yihad “cinco estrellas” –con viviendas gratuitas, automóviles y esposas–. Sus adherentes acudieron en masa. La campaña de reclutamiento más efectiva por una organización yihadista.
Se especializó en crueldad inusual, incluyendo decapitaciones transmitidas en vivo, entrenando a niños para matar y vendiendo mujeres para ser violadas. Incluso Al Qaeda denigró sus horribles tácticas.
La muerte de Al Bagdadi es más importante política y simbólicamente que militarmente. Los líderes yihadistas van y vienen. Se separan en nuevas facciones, se fusionan con antiguos enemigos y adquieren nuevos nombres y lealtades.
Debemos recordar que el mundo no está luchando contra un solo hombre, ni siquiera contra una sola organización, sino contra un movimiento. Desafortunadamente, muchos de los factores de riesgo para el auge del EI permanecen –estados débiles, desempleo y subempleo, guerras, etc.–.
El EI explotó las redes sociales para atraer e inspirar seguidores globales. Esta es una de una serie de lecciones que otros grupos terroristas tomarán en cuenta: hasta que las compañías de redes sociales encuentren una manera de abordar los peligros del anonimato en línea, los grupos terroristas continuarán haciendo lo mismo.
El domingo Trump proporcionó un nivel de detalle inusual sobre el funcionamiento de la misión para matar a Al Bagdadi. Pero una cosa está clara: este no fue el trabajo de un solo presidente o una sola nación tomada en una sola semana. Involucró a los valientes ciudadanos del “Estado profundo”, ese personal militar y de inteligencia a menudo sin nombre tan dedicado a proteger las vidas de los conciudadanos. También, según Trump, involucró la cooperación de países como Rusia y Siria, así como la inteligencia de los kurdos que Trump abandonó cuando sacó a las tropas de EE.UU. del norte de Siria.
El EI eventualmente será derrotado. Pero estamos luchando contra el movimiento yihadista, no un solo grupo yihadista. Y el movimiento yihadista es solo una manifestación del impulso fundamentalista: el deseo de volver el reloj a un tiempo imaginario más simple.
–Glosado y editado–
© The New York Times