Hoy o mañana, con casi toda seguridad, Boris Johnson se convertirá en el primer ministro del Reino Unido. En su estilo e ideas, el líder conservador es muy distinto a la primera ministra Theresa May, la lideresa de los conservadores que le precede.
El liderazgo de Johnson sobre el ‘brexit’ y otras posibles reformas tendrá consecuencias enormes, pero su llegada al poder no disminuye la incertidumbre acerca del futuro del Reino Unido. Sí apunta, sin embargo, a que los británicos probablemente tendrán que escoger entre dos rumbos completamente distintos.
Los conservadores eligieron a Johnson tras un gobierno de May que consideraron un fracaso. La primera ministra no logró concluir un ‘brexit’ y perdió la mayoría parlamentaria de su partido, que a su vez experimentó un colapso de aprobación popular.
A diferencia de May, Johnson es excéntrico y carismático. Expresa sus ideas de manera clara y muchas veces en formas extremas que están en la frontera de la verdad, la cual cruza a menudo. Sus críticos dicen que es un Trump –un populista mentiroso, homofóbico, racista y antiislámico–.
El estilo de Johnson es populista y ciertamente ha mentido de forma oportunista en sus campañas políticas y en su carrera de periodista. No es poca cosa, pero hasta allí las semejanzas con Trump.
En la política social, Johnson es liberal. Su retórica a veces ofende a musulmanes u homosexuales, por ejemplo, pero sus posturas políticas reflejan tolerancia. Fue uno de los primeros conservadores en promover el matrimonio gay y se opuso a la prohibición del uso del burka, como ha ocurrido en otras partes de Europa. En un debate reciente, rechazó la idea de reducir el número de inmigrantes que llega al Reino Unido y durante la campaña de ‘brexit’ propuso una amnistía para los inmigrantes ilegales.
También, a diferencia de Trump, Johnson favorece el libre comercio. Propone crear zonas francas en Gran Bretaña y quisiera tener un tratado con Estados Unidos. Al igual que Trump, favorece la reducción de impuestos, pero a diferencia del líder estadounidense, afirma creer en el mercado libre de manera mucho más coherente. El mes pasado dijo: “No creo que hayamos hecho lo suficiente en los últimos años exaltando los méritos del capitalismo de libre mercado […] pensamos que esa es la forma de apoyar a los más pobres y más necesitados de la sociedad”.
Dado el ambiente polarizado del Reino Unido, sin embargo, nada de lo que propone Johnson está garantizado que ocurra. Además, Johnson es impredecible. No es un ideólogo, por lo que ha apoyado incrementos al salario mínimo, al gasto público respecto en infraestructura y quizás seguro social.
Pero sí ha apostado fuertemente por el ‘brexit’. Dice que el Reino Unido saldrá de la Unión Europea, con o sin un tratado negociado, a fines de octubre. La probabilidad de un ‘brexit’ no negociado ha aumentado notablemente. El futuro del Reino Unido, sin embargo, depende de cómo Johnson manejará el tema. No parece tener el respaldo en el Parlamento, pues hay suficientes conservadores que no apoyan un ‘brexit’ sin acuerdo. Puede que hasta tenga que convocarse una elección general en un futuro no lejano, dada las divisiones políticas.
El Reino Unido, por lo tanto, enfrenta un par de escenarios. Si Johnson lo maneja mal, el socialista Jeremy Corbyn u otro líder del Partido Laborista llegará al poder, con o sin ‘brexit’, con una agenda bastante izquierdista. Para que tenga éxito, dice Allister Heath de “The Telegraph”, Johnson tiene que lograr ‘brexit’ y una agenda radical de mercado que será necesaria para la recuperación económica de la unión.
Queda más claro que nunca que el Reino Unido está en una encrucijada. Con la llegada de Johnson, sigue incierto su rumbo.