Quisiera cambiar por el título de esta columna el sticker que tengo en mi celular con el rostro de Rocío Silva Santisteban y la frase icónica que le dirigió a Martha Chávez. Y luego se lo enviaría a todos mis contactos.
¿Cómo es posible que tengamos más claridad sobre si apoyamos a las cobras o a los leones, pero no sepamos por qué congresista votar?
Según la última encuesta de El Comercio-Ipsos, la indecisión por el voto parlamentario llega actualmente al 34% (entre el ‘no precisa’ y el ‘blanco o viciado’). Estamos casi igual que cinco años atrás, cuando los indecisos llegaban al 35% en febrero de 2016 (Ipsos no hizo la pregunta en enero), y ya conocemos las consecuencias.
No hay nada nuevo bajo el sol. Según un estudio del Jurado Nacional de Elecciones del 2017, un 22% de peruanos decide cómo sufragar ¡el mismo día de los comicios! La indeterminación es nuestro logo, y ello probablemente se deba a la suspicacia que nos genera la clase política. Dado que todos los partidos son percibidos como prácticamente lo mismo, le dedicamos menos tiempo a decidir nuestro voto que a escoger entre un chifa y un cebiche.
Lo penoso es que hagamos poco o nada por dar algo más de certeza a nuestro futuro, por ayudar a que los ciudadanos voten bien o mal, pero, por lo menos, informados.
“Sombras electorales” se llama el estudio que elaboramos y publicamos el año pasado desde la Clínica de Libertades Informativas de la Universidad del Pacífico. Ahí se encuentra el diagnóstico de todas las plataformas estatales de divulgación de información sobre candidatos (Plataforma Electoral, Infogob, Ventanilla Única y Candidatos 2020), y la conclusión a la que llegamos fue que estas ayudaban muy poco a los electores. Muestran información no actualizada (Infogob), sin filtrar o corroborar (Plataforma Electoral), o no permiten el acceso al público en general (Ventanilla Única). La única que sí presentaba información adicional de valor y en un formato más amigable era la plataforma Candidatos 2020, que incluía datos sobre los procesos que tenían los postulantes por los delitos de corrupción, tráfico ilícito de drogas y terrorismo, además de sanciones administrativas ante Servir y los reportes de deudas financieras ante la SBS.
Nada se ha hecho desde el Estado para mejorar la situación. Ni siquiera se continuó con lo bueno. No tenemos una plataforma Candidatos 2021.
Frente al abandono estatal, resultan encomiables algunas iniciativas privadas para trasladar información a los votantes de forma más digerida y útil, como el especial #ECData de El Comercio con los perfiles de los candidatos, y la base de datos creada por Otorongo.club. Pero aún existe mucha data en posesión de varias entidades públicas que se podría emplear pero que sencillamente se desperdicia.
Mientras leo que un Jurado Especial Electoral saca de carrera a un candidato porque no declaró una casa o no incluyó las acciones que tenía en una empresa, me pregunto: ¿No sería más útil divulgar estas omisiones? ¿No sería mejor hacer notar a los electores qué candidatos mienten en sus hojas de vida, para que ellos mismos los castiguen en las urnas?
Precisamente aquí está la falla. En lugar de empoderar al ciudadano con mejor información, nuestras autoridades electorales se focalizan en el cumplimiento de trámites burocráticos sin razón. Es la burocracia en sí y para sí.
Ojalá surjan más iniciativas informativas, porque los del 2021 probablemente serán los comicios más trascendentales desde el retorno a la democracia. Y –si algo aprendimos del 2016– el voto por el Congreso será tanto o más importante que la elección del presidente.