El Perú ha pasado a ser un país en que la mitad de la población es de clase media. El porcentaje de peruanos de clase media se disparó de 11,9% en el 2005 a 50,6% en el 2014, según informó el Banco Interamericano de Desarrollo esta semana.
Esa transformación social ha sido particularmente rápida, pero es parte de la tendencia regional. Entre el 2003 y el 2009, la población de clase media en América Latina y el Caribe aumentó en 50%, según un estudio del Banco Mundial. El estudio reporta que el auge de personas ganando entre US$10 y US$50 diarios (la definición que usan el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo), se debe principalmente al crecimiento económico. Otro estudio del Banco Mundial encontró que el 77% del incremento en los ingresos del 40% más pobre de la población en países en desarrollo se debe al crecimiento económico, y que tal impacto ha sido todavía más fuerte en América Latina.
El surgimiento de la clase media es consistente no solo con la reducción de la pobreza sino también con la reducción de la desigualdad, fenómeno que ha estado ocurriendo en casi todos los países de la región. La disminución en la desigualdad en países que, como el Perú, han liberalizado sus economías, contradice la tesis del celebrado economista Thomas Piketty, quien sostiene que el mercado produce una brecha creciente entre los ricos y los pobres. También llama la atención que está ocurriendo algo más importante: la movilidad social. Según el Banco Mundial, el 43% de latinoamericanos cambiaron de clase social entre 1995 y 2010, de los cuales todos, menos un 2%, subieron de estatus.
Dado el auge acelerado de la clase media en el Perú, no cabe duda de que la movilidad social es más impresionante en este país que la del promedio regional. Y es probable que los indicadores tradicionales de desigualdad estén ahora ocultando una mayor movilidad de lo que antes había. Eso se debe a que los individuos y familias específicos que componen cierto nivel en la distribución nacional de ingresos, cambian de posición en el tiempo. No hay muchos países con datos confiables al respecto, pero el destacado economista canadiense Herbert Grubel dio una conferencia en Lima en marzo último y se basó en este método para mostrar una alta movilidad ascendente de las familias canadienses pobres.
De la misma manera, un estudio nuevo del instituto Libertad y Desarrollo en Chile muestra que “entre 1996 y 2006, solo 42% de las personas pertenecientes al primer quintil [el 20% de menores ingresos] se mantuvieron en el primer quintil, 27% pasó al segundo, 18% al tercero, 10% al cuarto y 3% al quinto”. En la economía mas libre de América Latina hay una elevada movilidad social.
La nueva clase media peruana es, además, mas próspera que las de antaño. Un dado ingreso per cápita hoy puede “comprar” mucho más en términos materiales y de bienestar humano de lo que podía hacer tan solo una o dos décadas atrás. Eso incluye nuevas tecnologías como los teléfonos móviles y la Internet. En los últimos 15 años ha habido una explosión en el uso de tales, así como en la compra de vehículos, la educación universitaria, los viajes turísticos y otros insumos muy de clase media. La brecha entre los ricos y los demás se está cerrando más de lo que indican meros datos de ingreso.
Reconocer el progreso no quiere decir ignorar lo mucho que queda por reformar. Sugiere, más bien, reducir las barreras a la prosperidad –como la excesiva regulación– que siguen pesando sobre la población y que promueven una injusta desigualdad.