Me levanto y en el noticiario aparecen los diez mejores goles del fin de semana. Los miro de reojo. Desayuno y la emisora que me acompaña ofrece el ránking de las treinta mejores canciones de los noventa. Tarareo algunas. Una vez en mi auto, aprovecho las luces rojas: en Twitter leo el ránking de los diez mejores tuits sobre la ceremonia del Óscar. Los disfruto mucho. La mañana avanza, la tarde asoma y la noche corona. Cuando me vuelva a acostar habré estado expuesto a los veinte colegios más caros del Perú, a los quince paraísos playeros que debes visitar con tu pareja, a los cinco comentarios que jamás debes hacer en una primera cita, a las diez razones por las que debes apoyar a la oposición en Venezuela, a las cien películas más votadas por los críticos de Europa, a los diez alimentos que previenen el cáncer, a los cinco tipos de vagina que circulan por el mundo, a los cincuenta mejores restaurantes según “Restaurant Magazine”, a las diez causas más taipá para comer en Lima y a los diez remedios caseros para evacuarlas al día siguiente como por un tubo.
Pero no soy el más indicado para quejarme. Hace unos años yo mismo fui autor, con Sandro Venturo, de un libro llamado “Ampay Perú: 357 listas para entender cómo somos los peruanos”. Si fue un libro tan vendido en su momento fue porque buscaba traducir ingente información recolectada por las ciencias sociales a un formato que llamara la atención de cualquiera en la calle. Ahora que lo pienso mejor, ese formato discursivo que apela a la curiosidad humana es, también, un signo de estos tiempos. Quien hoy sale de compras encuentra los quesos cortaditos en lonjas listas para consumir y son rarísimos aquellos que huelen, palpan y catan los quesos en bruto mientras conversan con el especialista. La Revolución Industrial primero –y la tecnológica después– ha creado inventos que en teoría nos darán más tiempo para disfrutar de la vida, pero en la práctica llenamos ese tiempo con más tareas en busca de una realización que jamás llegará de esa forma. Todo se ha empaquetado, listo para consumir, y de esto no escapan ni las artes.
Hace poco recibí una invitación muy amable para responder a un cuestionario. La enviaba “Buen Salvaje”, una revista literaria que admiro mucho, pidiéndome mi lista de las cinco mejores novelas y cinco mejores libros de relato que se han publicado en el Perú entre 1990 y el 2010.
Decidí no participar. A menos que las decenas de encuestados busquen reunirse antes para llegar a un consenso crítico, el resultado será una lista que probablemente privilegie lo que más se recuerda o lo que más flota mediáticamente: una de las cosas que se le critica a los Óscar con sus seis mil votantes dispersos.
No tengo dudas de que esta encuesta literaria será un éxito de difusión y discusión, lo cual me alegra mucho por la revista y por su contribución a la difusión de la lectura.
Pero, al igual que con las listas empaquetadas que mencioné antes como muestra, habrá que tomarla solo como una referencia. Porque hasta los borregos eligen qué pasto comer.