En Navidad, he escrito en todos los tonos: Grinch posero, Papá Noel forzado, opinólogo adivino y hasta he pasado por el rochoso ‘qué le regalo a los políticos’ (costumbre periodística felizmente abandonada).
Como quiera que el resto del año campea el análisis grave y derrotista, ese del vaso medio vacío, sucio y astillado, quiero, sin abandonar la severidad, plantearme el desafío de describir algo bueno –en serio– que hayan hecho nuestros personajes más discutidos y desearles buenas vibras en ese cometido.
De Vizcarra quiero rescatar... no diré que la disolución del Congreso. Fue temerario y contundente al hacerlo, pero trajinó la Constitución y yo prefiero el acuerdismo. Rescato del presidente que, tras muchas temporadas en que la palabra estaba en desuso oficial, hable de un plan. De vez en cuando menciona el Plan Nacional de Infraestructura para la Competitividad (PNIC), de 52 obras priorizadas, y que ha motivado buena parte de los decretos de urgencia. Tras quinquenios en que no se hablaba mucho de planificación (salvo los saludos de bandera de los planes de gobierno), pues así lo exigía la corrupción público-privada, es saludable enarbolar un plan.
De Keiko, mmmhhh, qué difícil, rescato que haya dicho que hará “una pausa” en su carrera política. Mientras su defensa insiste en el negacionismo de evidencias, ella se acerca más a la verdad partidaria: que Fuerza Popular se le va de las manos, que se siente derrotada, que otros deciden por ella con su vaga aquiescencia, incluyendo a su padre desde la Diroes.
Rescato que Salvador del Solar y Luis Galarreta, con su anfitrión Luis Iberico, se reunieran para negociar una alternativa al cierre del Congreso. El acuerdo fue saboteado, pero demostraron que la vía del pacto nunca está cerrada. Rescato que el Partido Morado y Julio Guzmán apuesten a algunos de sus mejores cuadros en esta elección. Es un gesto de confianza en el país. También rescato que Acción Popular se lance sin invitados conocidos y con puros militantes, pues, al margen de cuáles sean sus resultados, esto ya demuestra que hay corrientes que niegan la profecía de la desafección y del fin de los partidos.
César Acuña, mmmhhh, también está difícil. Rescato que haya liderado, aunque dubitativo, un proceso en su partido, APP, para disciplinar a los congresistas, incluyendo a su hijo Richard, que condujeron al Congreso a su derrota. También rescato que anunciara –no sé con cuánta convicción– su retiro de la Universidad César Vallejo, como una medida para asegurar su acreditación. Rescato que Alan García concluyera sus “Metamemorias” y que la mayoría de capítulos no estén vencidos por la pulsión que lo llevó a la muerte. Rescato al 2019, un año que nos movió el piso sin mucho alboroto.