Hoy, la discusión política se ha centrado en defender la actual Constitución, dejando de lado la razón que motiva a los que quieren cambiarla, que es permitir que el Estado compita con los privados, más allá de lo imprescindible donde ahora interviene. Creemos que ayudaría más discutir si el Estado podría darles a los ciudadanos mejores prestaciones que las que actualmente reciben.
¿El Estado da mejor servicio? Los que recuerdan saben que la mayoría de empresas estatales peruanas, como la Compañía Peruana de Teléfonos o ENCI, funcionaban pésimamente, y que, aún con sus muchas fallas, las privadas hoy dan un servicio de telefonía y alimentos de calidad inmensamente superior. Por cierto, el Estado competía también con los pequeños. Por ejemplo, con Indumil, que hacía la ropa de los militares en vez de contratar a talleristas.
Pero, ¿sus resultados eran buenos? A pesar de ser monopolios en muchos casos, casi sin excepción las empresas estatales eran deficitarias. Si en vez de subsidiarlas con 13% del PBI el Estado hubiera hecho carreteras, hospitales o pagado mejor a los maestros, hoy no tendríamos los grandes déficits que tenemos en esos servicios.
¿Serán entonces menos corruptas? Son conocidos sus grandes negociados. Las dudas sobre el costo de la refinería de Talara de Petro-Perú son solo un ejemplo actual a considerar. Más bien, todas las encuestas dicen que la población cree que el gobierno (y “los políticos”) es, en esencia, corrupto, y lo asume como una característica casi inevitable.
Pero, ¿no será posible tener con este gobierno empresas estatales mejor gerenciadas? Siempre es posible; aunque viendo el nivel de experiencia y formación de sus ministros y funcionarios, suena difícil que consigan profesionales con capacidad técnica para dirigir empresas muy complejas.
Pero, ¿no tendrían al menos dirigentes más honestos? No suena coherente hoy. No olvidemos que quienes piden el cambio para acabar con los privados corruptos están bajo la sombra de un partido cuyo presidente y muchos dirigentes tienen graves acusaciones de malos manejos.
En fin, para defender esta Constitución convendría no olvidar mostrar los verdaderos motivos de quienes quieren más empresas estatales, que, como Chávez y Maduro con PDVSA, son muy utilizadas para el enriquecimiento de los gobernantes corruptos. Por otro lado, más allá de si debe o no apoyar una nueva Constitución, la población debe conocer cuáles serían las consecuencias de que el Estado asuma tareas que, cuando las tuvo en sus manos, generaron inmensa pobreza y corrupción. Y que, en manos de los privados grandes y pequeños, permitieron salir de la gran crisis que vivimos con ellas. Que tengan una buena semana.