Estoy como muchos de ustedes, en busca de qué agarrarme para pensar que no sucumbiremos a la misma inestabilidad de este quinquenio de cuatro presidentes. Al mal menor lo trato como lo que es: una opción con pinzas y jamás una razón para que el mal mayor me desate un miedo atávico. Pero necesito saber de qué agarrarme para que el combo de análisis y ‘wishful thinking’ me anime la quincena en que nos jugamos el destino. He aquí algunas agarraderas:
El presidente Sagasti, los dos candidatos en contienda y los que se quedaron atrás, creen en las vacunas como prioridad. Keiko ha felicitado a Sagasti por asegurar contratos para 60 millones de dosis y los castillistas fustigan a los keikistas porque su exvocero en salud, Ernesto Bustamante, se lanzó de fea forma contra la campaña de vacunación con Sinopharm. Podemos apostar a que el cambio de mando no va detener ni la llegada de vacunas ni la inoculación masiva.
Ahí, con las vacunas, hay algo de qué agarrarse con base pro ciencia, pro salud y pro vida en el esplendor de la adultez. ¿De qué más agarrarse? Del emprendedurismo. Hay cosas que no me gustan en la mística que rodea a ese ‘ismo’, pues sirve para enmascarar la miseria de recurrir al autoempleo informal para sobrevivir. Pero, vamos, es una realidad tan extendida, que ambos candidatos desde su orilla izquierda y derecha, la recogen y la respetan.
El propio Pedro Castillo tuvo una empresa –Consorcio Chotano de Inversionistas Emprendedores JOP SAC– que, aunque según él no funcionó, lo consigna en las filas de los emprendedores a los que suele dedicar algunas líneas en sus discursos. Keiko lo tiene desde hace una década como uno de los temas claves de su derechismo popular. De ahí que el espíritu de libre empresa y propiedad privada, aunque muy cercano a la línea de pobreza, está reconocido por ambos bandos y, en el caso de Castillo, es una buena agarradera contra la cuadriculación marxista de sus socios de Perú Libre. Es más, en nombre de los emprendedores es que tiene que avanzar la reforma del Estado trabador.
¿De qué agarrarse en materia de estabilidad política con todo lo que hemos vivido? ¿Un nuevo Merino podría lograr mayoría en el Congreso? El mismo Congreso que vomitó a Merino produjo a Sagasti, así que ahí vemos un empate; pero quiero apostar a que, el hecho de haber postulado a 5 años (y no un año como el Congreso complementario) y sin la obligación de vender el alma al diablo para costear campañas dispendiosas como antes, mejoren en algo la representación. Contra este ‘wishful thinking’, conspiran las evidencias de que un gran porcentaje de electos son afiliados recientes y, por lo tanto, sin apego a partidos, líderes e idearios. Esa es mi agarradera menos firme. Temblorosos, aunque agarrados, ahí estamos.