Es precario, vulnerable, atribulado, avanza sin llantas de repuesto; pero celebro que el JNE tenga la convicción de acabar con el proceso electoral ya. Han aguantado una visceral campaña que grita fraude sin más pruebas que supuestas irregularidades que en sí mismas no delatan manipulación de votos, con plantones insultantes ante sus casas.
En el colmo de este movimiento antielectoral, uno de los cuatro miembros, el fiscal Luis Arce Córdova, declinó a su función pretendiendo entrampar definitivamente el proceso, quitándole quórum. Jorge Salas Arenas, el presidente, no se dejó vencer. Pudo ser legalista y decirle a Arce que no podía aceptar su renuncia, dándole así sentido a la maniobra; pero optó por una interpretación creativa de la ley y lo suspendió sin más.
Ahora, opositores de Salas dicen que esa acción le correspondía a la Junta Nacional de Justicia y no a él. Si el futuro le depara algún procedimiento administrativo por eso, tendrá que considerarse que su decisión tuvo el realismo y la legitimidad del bien mayor: destrabar una elección presidencial que tiene estancado al país. Felicito su decisión.
Sin embargo, Salas sí merece críticas por su conducción de otras etapas del proceso. No me refiero a la vacilación de querer ampliar el horario de recepción de los recursos de nulidad presentados por FP de 8pm a 12pm del miércoles 9 de junio. Fue un grave error pero explicable por las tremendas presiones que recibía el pleno del JNE.
Más cuestionable fue que, en un inicio del proceso electoral, se hostigó y acabó por excluir a muchos candidatos porque no cumplían al pie de la letra con el llenado de sus hojas de vida. Por fortuna, también Salas lideró –acogiéndose a la jurisprudencia del a Corte IDH– la corrección de ese burocratismo que amenazó el derecho a la participación política. Pero otro tipo de rigidez sí se mantuvo y le trajo grandes enemigos: el horario de cierre digital de inscripción de listas, a la medianoche del 22 de diciembre del 2020, dejó al APRA a la mitad de su registro. Pudo inscribir su plancha, encabezada por Nidia Vílchez y algunas listas congresales. El partido optó por retirar a Vílchez.
Algo similar sucedió con Fernando Olivera (aunque en su caso, a su nuevo partido también le faltaban detalles de registro) y con el PPC (inscribió su plancha y buena parte de su lista, pero otra parte no tuvo flexibilidad suficiente para presentar subsanaciones). Por un lado la rigidez con el horario afectó el derecho a la participación (que no es igual que el derecho a presentar tachas y nulidades, ah); por otro lado, justificó el cierre de miércoles a las 8 p.m. En el balance, un JNE que merece más del 37% de aprobación que le confiere el último sondeo de Ipsos y que se le recordará por la batalla histórica que está librando.