Es muy diferente que Verónika Mendoza se reúna con PPK, como sucedió ayer, a que Keiko Fujimori lo haga, como se especula vienen intentando, sin suerte para que ello ocurra, los emisarios del presidente electo.
Para poner las cosas en perspectiva, lo primero que habría que decir es que a 2/3 del electorado le es favorable o tiene expectativas respecto a una suerte de “concertación” entre el nuevo gobierno y las dos fuerzas políticas a las que se percibe como cabezas de oposición en el Congreso.
Así, según la última encuesta de Ipsos, existe un mayoritario sector de la población que considera que es conveniente para el país tanto la reunión de Verónika Mendoza (63%) como la de Keiko Fijimori (66%) con PPK.
Sin embargo, nadie espera que Verónika Mendoza forme parte del gobierno de PPK o sea su aliada, como ella misma se ha encargado de resaltar afirmando que “bajo ninguna circunstancia”, porque ambos tienen dos visiones del país irreconciliables. Por lo tanto, no desilusionará a nadie si tal “concertación” no ocurre.
De tal manera que con la reunión del lunes Verónika Mendoza no tenía nada que perder políticamente ante su electorado presente y futuro y sí mucho que ganar, como por ejemplo, “recordarle” al presidente electo, con su saludo personal y sus iniciativas anticorrupción, que fue ella, según la percepción pública, la que lo puso donde está (40% del electorado así lo cree). En simple: Verónika Mendoza entró a esa reunión como ganadora y salió como ganadora.
Otro es el cantar para Keiko Fujimori. La pregunta que debería hacerse la lideresa de Fuerza Popular es si una eventual reunión con PPK cambiará el derrotero de oposición que ella anunció cuando reconoció la victoria de su rival, o si la línea trazada para los próximos cinco años en el Congreso seguirá incólume, esto es, votarán por lo que coincidan y no lo harán por lo que no, más o menos lo mismo que lo anunciado por Mendoza.
Si la respuesta es que una eventual reunión no cambiará la relación de oposición constructiva ya expresada públicamente, la reunión carece de sentido político para Keiko. Esto por varias razones. La más importante es que, a diferencia de Mendoza, a Keiko sí se la percibe o se le puede percibir –como sucedió en la campaña– sin muchas diferencias sustantivas con el proyecto político de PPK.
Así las cosas, cualquier reunión pública entre Fujimori y PPK no contribuirá a marcar una diferencia clara entre oposición y gobierno, sino, por el contrario, la desdibujará. Esto perjudica a Keiko y beneficia a Mendoza, pues ambas coinciden con liderar la oposición.
De tal manera que si existen con PPK coincidencias por el bien del país, lo mejor para Fujimori es que estas se den de lejitos nomás.
Que las reuniones tan ansiadas las tengan los subalternos.