La bomba de Karelim López necesita ser corroborada y digerida. Eso requiere un tiempo, como también lo requiere volver a reunir las fuerzas y contar los votos para una vacancia. Una decisión histórica como vacar a un presidente en la primera fase de su mandato necesita un mínimo proceso de maduración.
Necesita, en primer lugar, oír lo que diga la gente. En la última encuesta de América TV-Ipsos en la que se preguntó por la vacancia, un 36% de la población dijo que estaría de acuerdo y un 17% dijo que “lo pensaría y podría estar de acuerdo”. El 11 de febrero, día de presentación de ese sondeo, no hubo una mayoría nacional simple a favor de la vacancia. Pronto sabremos si luego de las revelaciones de Karelim López esa mayoría existe.
En el camino de los vacadores está, el próximo martes 8, la presentación del Gabinete Torres en busca de su voto de investidura. Aníbal Torres va con la ofrenda de la cabeza de Juan Silva en un plato y, si la oposición y algunos ministros (el propio Torres, Dina Boluarte, César Landa, Óscar Graham) presionan a Castillo, podría sumar la cabeza del insostenible ministro de Salud, Hernán Condori. Si Castillo ya sacrificó a su favorito Silva, le podría imponer a Vladimir Cerrón el sacrificio de su patrocinado Condori.
La oposición tiene que esperar esos gestos para establecer una nueva correlación vacadora. Sin embargo, ojo con esto, los votos a favor o en contra de la investidura no serán necesariamente los votos a favor o en contra de una moción de vacancia. Hay distintos cálculos entre una y otra, incluyendo el ahorro de una bala de plata para liquidar a un Gabinete que, como los tres anteriores, se podría esperar que se caiga solo.
Ahora bien, las votaciones en el pleno pueden ser fruto de pasiones –¡lo hemos visto tantas veces!– y cálculos de última hora que contradigan acuerdos de bancada. La idea de que esta vez la bala sería más letal que meses atrás –pues a Castillo le costaría mucho armar un nuevo Gabinete– puede animar a muchos a dispararla. Ciertamente, de caer Torres, Castillo, ya sin aliados fuera de Perú Libre y Perú Democrático, recurriría a un congresista o a alguien de su entorno para presidir un Gabinete de pacotilla.
Finalmente, el tiempo no trae atenuantes, sino agravantes. Bruno Pacheco; el gerente de Petro-Perú, Hugo Chávez Arévalo; Alejandro Sánchez, el dueño de la casa de Sarratea; Zamir Villaverde, aludido por Karelim como ‘cajero’ de la mafia; y los varios sobrinos de Castillo sindicados en el desmadre, tienen mucho que confesar y algo de todo su vómito se filtrará pronto. En ese caso, la vacancia ganaría respaldo popular y votos. Y los actores, entre ellos Dina Boluarte y las bancadas vacadoras, los partidos y los gremios importantes, habrían madurado una decisión que, para tener sentido, debe de prever los próximos pasos.