Hace poco escuché a unos jóvenes que conversaban distraídamente argumentar acerca de la necesidad de cambiar nuestro himno nacional, cuya letra les parecía inentendible pero dolorosa (a pesar de que la habían cantado durante años en la escuela solo podían recordar ciertas palabras como cadenas y esclavitud) por el tema “Peruano”, del cantautor Piero Campaña (‘más de un millón de visitantes en dos semanas a través de las redes sociales.
Para los que no vieron el videoclip “Peruano”, se trata de una colección de estampas o figurillas de álbum colegial o de Prom-Perú, que nos muestra imágenes estereotipadas de paisajes peruanos reconocidos publicitariamente y de bailes o gastronomía típica. No faltan los danzantes de tijeras, “La flor de la canela”, Machu Picchu, las Líneas de Nazca o la papa a la huancaína. Lo novedoso es que Pisko, lleno de buena vibra y optimismo (que parece de lo más sincero), nos dice que existen fórmulas sencillas para seguir desarrollándonos como país hasta alcanzar estándares de los más importantes en la región o en el mundo. Entre las imágenes de paisajes o bailes, intercala algunos cuadros estadísticos, exigiéndole al gobierno que apueste por la educación.
Nadie podría negar que la educación a todo nivel es un tema fundamental para seguir siendo competitivos como país. Sin embargo, lo ingenuo del video es que olvida la política y se queda en el mundo de los buenos deseos. Pisko grita a todo pulmón que somos un país multicultural y que él es peruano y que incluso con 16 horas de trabajo una microempresa lograría ser una multinacional. Sabemos que las cosas no son así.
No crean que soy una amargada que no disfruta de nuestras maravillas geográficas, culinarias o artísticas, ni se molesta –entre otras cosas– por nuestro consagrado Día del Pollo a la Brasa (aunque me parece una de las cosas más banales y estrambóticas de nuestro país). El asunto que me hace pensar el tema de Pisko (en vísperas de Fiestas Patrias) es cómo nos estamos percibiendo los peruanos, más allá de los estereotipos.
Pensarnos negativamente resulta un lastre para imaginarnos un futuro común trabajando juntos y “sacándonos el ancho” para que nuestros hijos tengan una vida mejor. Pero, por otra parte, un optimismo exagerado nos hace perder el norte: de alguna manera nubla nuestro entendimiento. Por ejemplo, Pisko señala que “en la cocina somos seres superiores”. Lo que es cierto es que somos muy buenos y tenemos excelentes insumos, pero todavía tenemos que trabajar mucho en nuestra cocina para seguir internacionalizándola. Otro ejemplo, este perverso, es que propone una visión sexista frente a la mujer negra, señalando que tiene tanta testosterona que puede poblar con ella toda la Amazonía. ¡No te pases!
Es importante desarrollar una visión equilibrada de quiénes somos los peruanos, cuánto hemos avanzado y cuánto nos falta, aunque nos duela a veces y nos alegremos otras. Son los científicos sociales los aguafiestas que frente a ritmos tan contagiosos como “Peruano” le buscamos seis pies al gato.