Hay un gran curso de colisión entre Pedro Castillo y sus vacadores. La necedad de uno es tan grande como la angurria de los otros que quieren estrenar el 2022 con presidente nuevo. El choque, por lo tanto, puede producirse este diciembre, con apuro, irresponsabilidad y efectos imprevistos que dañen a todas las partes, incluidos usted, yo y los peruanos de toda condición.
Todavía no hay condiciones para que la vacancia sea un proceso políticamente responsable. Constitucionalmente, lo es, si 87 se ponen de acuerdo en tres o cuatro pretextos de incapacidad moral permanente, pero esa discusión ya la superamos y es estéril luego de cuatro procesos validados desde el 2000. Lo que quiero decir es que la vacancia es políticamente irresponsable mientras haya una mayoría de peruanos que no la desee y no confíe en los vacadores. Ya supimos el año pasado cuáles pueden ser las consecuencias de forzar una sucesión presidencial ante cifras adversas.
Lo más saludable que pueden hacer quienes tengan la legítima convicción de que Castillo ha hecho mérito para ser vacado –tan legítima como la de quienes piden que se le dé tiempo para enderezarse– es usar la mejor herramienta técnica que tenemos a la mano: las encuestas. La última del IEP trae la noticia de que la aprobación de Castillo ha caído estrepitosamente en un mes, del 35% al 25%; de modo que atacarlo no generaría, per se, una hecatombe.
Sin embargo, el 55% de peruanos no está de acuerdo con que el Congreso active la vacancia. Lo más probable es que no lo hagan por simpatía o compasión al sombrero, sino por miedo a volver a destapar la caja de pandora del 2020 y por falta de confianza en los vacadores, cuyos índices de aprobación son similares a los de quien quieren vacar. El Congreso tiene un 21% de aprobación y todas las bancadas están masivamente desaprobadas.
En resumen preliminar: mientras más de la mitad de peruanos no quiera embarcarse en una vacancia y mientras no haya confianza en los vacadores, es irresponsable insistir en ello. Fuerza Popular, Renovación Popular y Avanza País, una vez que decidieron apoyar la moción presentada por Patricia Chirinos, han ido cosechando votos para la admisión, pero la matemática congresal no puede ignorar la estadística de la realidad popular.
El curso de colisión se ha acelerado desde que la fiscalía encontró US$20 mil en el baño del despacho de Bruno Pacheco y ha tenido un impulso adicional este fin de semana con la revelación de que Castillo recibió, en Palacio y en la casa de Breña, a Karelim López, asociada a un consorcio que hace poco obtuvo una buena pro del MTC, ministerio a cargo de un allegado al presidente, Juan Silva. La madeja está muy enredada y pinta mal para el presidente. Pero, por lo menos, hay que desenredarla antes de lanzarnos todos al vacío.