Se llama embarazo infantil. Se trata de niñas violadas, de 10 años o menos, que terminan pariendo una criatura que les resulta más ajena y extraña que esa muñeca con la que juegan a la mamá todos los días. La magnitud del horror es indescriptible. Pero real. Según información publicada en este Diario, en los últimos años hemos tenido varios casos: en setiembre del 2006, una niña de 8 años quedó embarazada al ser ultrajada por su primo. Ocurrió en Huánuco. En diciembre del 2011, se suicidó una niña de 12 años al haber sido violada por un tío que luego la obligó a abortar. Ocurrió en el Rímac. En noviembre del 2017, la niña embarazada tenía 9. La ultrajaba su padrastro hasta diez veces al día según su propia confesión. Ocurrió en Ventanilla.
¿Le cuesta seguir leyendo? Pues le aseguro que a mí me resulta insoportable seguir escribiendo, pero hay más que contar. Nuestro país ostenta el vergonzoso récord del embarazo más precoz de la historia: la niña tenía 5 años. Nunca se supo quién fue al autor de la violación. Una condición hormonal particular la hacía reglar desde los 3 años. En 1939 el hecho fue considerado una rareza médica. Hay fotos de la niña y su bebe. No las vean.
La pequeña de 9 años que acaba de dar a luz en Tacna nos ha devuelto a este espantoso escenario que nos pinta como lo que somos: un país donde todas las discusiones sobre educación sexual, abortos por violación, derechos sexuales, se limita a insultos entre “conservas” y “progres”. Estamos tan preocupados por hacer valer nuestras convicciones (religiosas o ideológicas) que hemos perdido de vista lo elemental: solo entre enero y setiembre del 2017, según datos del Centro de Emergencia Mujer, fueron violados 356 niños menores de 5 años, y 1.420 entre 6 y 11 años. Si toda violación de una niña culminara en embarazo, la legión de pequeñas caminando con vientres abultados por las calles sería una imagen insoportable.
A aquellos a los que les horroriza la educación sexual en los colegios e insisten en que se trabaje en casa, vayan enterándose de que normalmente los abusos a menores de edad se dan en sus domicilios. Para los que ni siquiera quieren hablar del aborto por violación, les sugiero que piensen en su hija de 10 años, que miren a sus sobrinas e intenten por un minuto ponerse en la horrenda situación de conocer a la víctima, y después conversamos.
La maternidad en el Perú empieza a los 11 años y a nadie le importa. Como siempre, nos indignaremos un par de días por la niña de Tacna y luego pasaremos el resto del año jalándonos de las mechas para ver si ponemos o sacamos la palabra ‘género’ de los textos escolares. ¿Por qué? Porque así somos. Porque nos hemos convertido en una vergüenza. Porque seguro que cuando leas esto pensarás en cómo insultarme, y yo en cómo contestarte, mientras ante nuestros ojos pasa una niña que esta noche tendrá que quedarse muda mientras se mete un adulto en su cama.