César Acuña ganó una batalla, pero, como le pasó a Pirro, la sangre de los suyos tiñó el campo al punto que exclamó que no podría soportar una ‘victoria’ más. Quienes lo quieren de verdad, y no por su plata, debieran aconsejarle que desista de la querella. De todos modos, la segunda instancia va a revertir el fallo y ya no le quedarán fuerzas ni ganas para apelar. Ahora bien, pienso que es mejor que esto, con o sin desistimiento, muera en la Corte Superior de Justicia (CSJ) de Lima, la segunda instancia, con una sentencia que anule la del juez Raúl Jesús Vega y deje muy en claro que la libertad de expresión no está sujeta a los estrechísimos límites que sugiere Jesús Vega.
Lo judicial ya es apenas una variable en el juego. César Acuña ha comprometido lo que queda de su honor, a la universidad que logró licenciar con la Sunedu, a su partido que logró el récord de alcaldes y regidores en las elecciones subnacionales del 2018, a las ambiciones políticas de su vasta red de colaboradores. Todos ellos estarán evaluando a qué palo se han arrimado.
No exagero. ¿Han visto acaso los tuits de respaldo a Acuña alternando con los tuits, pronunciamientos, comunicados, regueros de firmas de los que apoyamos a Christopher Acosta y Jerónimo Pimentel, querellados autor y editor de “Plata como cancha” (2021)? Apenas si vimos a Virgilio Acuña, hermano mayor con el que tiene una rivalidad política (Virgilio es un simpático loquillo de izquierda, César es un derechista confundido en el centro), solidarizarse con su familiar e insinuar que la culpa es de los abogados que litigan para ganar plata en el intento.
Tan pírrico es el triunfo de Acuña que su control de daños tiene que ser mayor y más complejo que el de los presuntos derrotados. Pero no quiero insinuar que Christopher y Jerónimo se duerman sobre sus baldones y se sienten a esperar que una sala de la CSJ anule la sentencia de Jesús Vega. Aquí hay una jurisprudencia que tiene que ser revertida de forma aleccionadora.
No piensen que solo el periodismo de investigación está amenazado y ofendido por la sentencia. No solo periodistas citan a fuentes que imputan cosas serias a terceros; todos nos amparamos en dichos de terceros para sustentar nuestros argumentos. El debate político, por ejemplo, está impregnado hasta la médula de esos argumentos que enarbolan lo que terceras personas dicen sobre las segundas personas con las que se polemiza. ¿El Poder Judicial va a quitar legitimidad a esas armas esenciales de los políticos? Al sostener Jesús Vega que Acosta debe corroborar por sus propios medios lo dicho por algunas fuentes que, a criterio del juez, no son confiables, está extendiendo un manto represivo sobre millones de peruanos. Por eso, no me queda duda de que el fallo será revertido.