¿Por qué Yonhy Lescano está arriba? Asomó raudo en la última encuesta de Ipsos y ya sacó un cuerpo de ventaja en la reciente del IEP. La respuesta no es difícil. Primero, está el factor de ‘representación’: mucha gente percibe que ‘este pata tiene un no sé qué me representa aquí abajo, aquí estancado o aquí expectante donde estoy’. La percepción debe ser plural, pero suele prender más fuerte en un sector con el cual el candidato comparte rasgos identitarios. En el caso de Lescano, son hombres de niveles socioeconómicos medios y bajos en el sur del Perú. Es puneño de origen pueblerino y extracción social media.
Lescano, por lo demás, es alegoso sin que su discurso se adscriba a la retórica de la izquierda, pero señalando constantemente que objeta todo ‘en nombre de los intereses del pueblo’. Típico mensaje de un difuso populismo pero en su caso no tan lírico pues se especializó, durante sus primeros años en el Congreso (estuvo ininterrumpidamente en él desde el 2001 hasta el 2019), en temas de defensa del consumidor. Gran cantera para afirmar representatividad popular a secas. Mientras la izquierda se agota en pleitos de eco ideológico, como el cambio de Constitución o la defensa del medio ambiente; el defensor del consumidor ataca temas que competen a todos, como tarifas de servicios, tasas, pensiones e impuestos.
¿Cómo un excongresista, un veterano otorongo, puede tener filo electoral? Esta respuesta también es fácil. Lescano se la arregló para tener una presencia disruptiva en un Congreso que la gran mayoría detesta a rabiar. En cada pleno o sesión de comisión donde hubiera cámaras, en cada declaración en los Pasos Perdidos (siempre se dejaba ver por ahí), Lescano se oponía a lo que fuera que discutía el resto. Era común verlo pelearse con los presidentes de comisiones que le pedían callarse y sacar que quicio a todas las bancadas, incluyendo a la suya, la de Acción Popular.
Yonhy Lescano era un topo en el poder más odiado del Perú y eso es un gran capital político. No se le conoce y no se le percibe mayoritariamente como una estrella polémica de la política (Keiko) o un ‘outsider’ que atropella (George Forsyth y ahora Rafael López Aliaga), o parte del elenco repitente (Verónika Mendoza, Julio Guzmán, César Acuña); sino como un político singular, de centro político, de centro izquierda en lo económico, conservador en todo lo demás, incluyendo el machismo de viejo cuño (la denuncia por acoso virtual que le hizo una periodista no parece haberlo mellado).
AP es el partido con más suerte en el Perú. Tras patinar con la aventura de Manuel Merino, los augurios eran fatales para Alfredo Barnechea y Raúl Diez Canseco (por eso se retiraron). Luego, eligieron al único que podía hacerlos saltar la valla y presentar al partido como encarnación orgánica e histórica del mal menor.