En los últimos años, el narcotráfico hizo del Perú su lugar más caro y visitado. Digamos que hemos ido de más a mucho más. Regiones enteras viven de este peculiar negocio. Debemos llamarlo así porque esa es su esencia, ganar dinero. En todo el planeta hay seres humanos que aspiran cocaína, en lenguaje coloquial: “se meten tiros”, y en el de nuestros padres o abuelos: “les gusta la ‘pichicata’”.
Es tan pero tan versátil que provoca su consumo en todos los niveles sociales. Los de ‘billete’, la ‘blanca’ más pura y refinada; los más ‘misios’, la pasta, el ‘crack’ (la cocaína de los pobres) o aledaños. Por qué se droga la gente es probablemente una pregunta ontológica que no dilucidaremos aquí.
Lo cierto es que nuestro país no solo es ubérrimo en producción de hoja de coca, sino que añade valor agregado a las hojas. Somos el primer país productor de cocaína del planeta. Los valles peruanos que producen hoja de coca se extienden ante el inexistente control de las autoridades.
Ayacucho y el Vraem son la meca del narcotráfico. Hasta su autoridad regional ha sido vinculada con esta actividad. El Caso Gerald Oropeza abrió, sin embargo, una caja de Pandora de la mafia que nos habita. Y así nos enteramos de que Salvatore Zazo, ‘Zazá’, de la camorra napolitana, jefe del clan Mazzarella, temido, sanguinario y profesional, está metido de pico y patas en nuestro país.
El tal ‘Zazá’ no es cosa de broma. Según la DEA, manejaría más de 500 millones de dólares al año en envíos de cocaína. Su despacho queda en una prisión española, donde está desde el 2009. Vía WhatsApp, ‘Zazá’ le pide al joven Oropeza eficiencia y dedicación, como lo exige un negocio de envergadura. La informalidad del ‘minicapo’ peruano parece sacarlo de quicio. Juzgue usted: “Gerald, yo tengo listo el barco del 26 y 4 de abril, dime si quieres trabajar o no quieres trabajar, dímelo ahora por favor, porque no me gustan muchos problemas”. Pero igual lo engríe con costosísimos automóviles.
Este caso es francamente revelador. La Aduana, el puerto del Callao, muchas empresas de embarque, la fiscalía, el Poder Judicial, la policía estarían atravesados por el narcotráfico. También la Sunat y la SBS estuvieron dormidas ante tanto signo exterior de riqueza.
Los ajustes de cuentas entre los implicados se incrementan y el sicariato campea. Parece el filme “El mariachi”, pero como el padre de Gerald fue militante aprista –él también se inscribió en el partido– y el muy dudoso Facundo Chinguel, quien se considera aprista hasta la muerte, es abogado y accionista de la empresa familiar de los Oropeza, la quincha le cayó al partido de la estrella.
Ciertamente es vistoso decir el ex militante aprista; sin embargo, lo revelado nos lleva a posar nuestra atención desde el lugar del acopio, la empresa del embarque hasta la laxitud de las autoridades, por decir lo menos. También a no olvidar que el de ‘Zazá’ no es el único cártel en nuestro atribulado país. Las avionetas, los ‘mochileros’ y los gánsteres locales existen, y de qué manera. Las cosas van más allá del fujimorismo, del aprismo, del nacionalismo. Si no, pregúntenle a ‘Zazá’.