Cada fin de semana, una parte de la apacible bahía del mar ancashino se convierte en la distracción de cientos de porteños y turistas extranjeros.
¿La razón? Esta zona del litoral, antes poco visitada, hoy se llena de veraneantes en busca de un tesoro: la llamada isla Blanca. Esta maravilla sobrevolada por miles de aves guaneras se sitúa al noreste de Chimbote, en la provincia del Santa, a exactos cinco kilómetros de distancia de la costa y a unos 20 minutos en bote desde el puerto más cercano.
Para gozar de todo este paraje, uno debe embarcarse en el Terminal Portuario de Chimbote o en el muelle privado Gildemeister. Los curtidos hombres de mar aconsejan que lo mejor es salir en la mañana para poder disfrutar del lugar todo el día.
Las pocas agencias de turismo que trasladan a los turistas cobran entre S/25 y S/40. Estos no dudan en pagar dicho monto con tal de ver Las Conchuelas, como llaman a la playa de la isla y que, según los lugareños, es mágica.